El Nunca
Más mostró su verdadero rostro. Hace 40 años fue necesario un golpe militar.
Ahora son golpes democráticos. Se habla de Estado de Excepción. El Estado de
Excepción fue la anomalía alfonsinista y kirchnerista. La actual es un Estado
de Sitio apenas maquillado. Las masacres cotidianas serían incompatibles aun
con democracias formales.
Por Alfredo Grande
(APe).- Un recuerdo que a veces olvido, como tantos
otros, es una intervención que tuve en un acto de Plaza de Mayo. En esos
tiempos pertenecía a la Universidad Madres de Plaza de Mayo y fui uno de los
oradores. No recuerdo la fecha, pero seguro antes del 2001.
En ese momento dije que el Nunca Más, era solamente
un Nunca Más para las dictaduras militares. Absolutamente riesgosas para los
Imperios desde la aventura criminal de la llamada Guerra de las Malvinas. Una
especie de Nunca Más restringido. O sea: el tema no era el sentido, sino quien
lo dirigía.
La matriz reaccionaria y conservadora que ha
destruido al “granero del mundo” tuvo al menos desde el retorno de los votos,
no de la democracia, dos anomalías.
La primera era Alfonsín y su mantra “con la
democracia se come, se educa, se cura”. La matrix había ubicado a Luder y su
decisión de aceptar la “autoamnistía” de los milicos. Pero surgió la “anomalía”
de Renovación y Cambio.
La segunda fue Néstor Kirchner y su mantra del
“capitalismo serio con derechos humanos”. La matrix había elegido al Lole
Reutemann, duque de las inundaciones. Pero el mito urbano dice que “vio algo
que no debía ver” y decidió bajarse sin subirse.
La opción del ex influencer Duhalde fue el
gobernador exitoso de la provincia de Santa Cruz. Pero la Matrix siempre llama
dos veces, y más también. Scioli vs Macri fue el final de la transversalidad.
Alberto Fernández / Cristina Fernández mantuvieron la decadencia que pavimentó
la irresistible ascensión de J. Milei.
El Nunca Más mostró su verdadero rostro. Hace 40
años fue necesario un golpe militar. Ahora son golpes democráticos. Se habla de
Estado de Excepción. El Estado de Excepción fue la anomalía alfonsinista y
kirchnerista. La actual es un Estado de Sitio apenas maquillado.
Las masacres cotidianas contra niñas, niños,
viejas, viejos, originarios, indigentes, minorías que no son minorías sino
mayorías exterminadas, serían incompatibles aun con democracias formales.
De un país hiper presidencialista desembocamos en
un país hiper ejecutivista. El poder Ejecutivo nos ejecuta Y los otros
poderes sólo pueden convalidarlo. Quizá porque nos olvidamos de Cabezas, el
fotógrafo Grillo fue sólidamente gaseado. Asesinato de Estado.
¿Nunca más o siempre más? Delito es protestar,
reunirse, peticionar. No es delito golpear, atropellar, bastonear,
gasear. Los infiltrados no son solamente policías. Hay infiltrados economistas,
abogados, asesinos, ladrones, congresistas, ejecutivistas.
La Argentina ha sido infiltrada prolijamente. Ya
resulta imposible separar el tejido normal del infiltrado. La máscara del
verdadero rostro. De la gorra a la peluca. Más claro, echale nafta. Agua no,
porque está contaminada.
Creo que la batalla cultural escala a una guerra
cultural. Las derechas lo saben. Por eso a redes digitales las llaman sociales.
Cuando saben que no hay sociabilidad alguna. Twitear es una forma bizarra de
conversar. Tik tok es una polémica en el bar sin bar y sin polémica. Las redes
ya no unen: atrapan. Y a redes revueltas, ganancia de programadores. No hay
liderazgos (cosa que el miércoles pasado quedó demasiado en evidencia). Sobran
influencers.
La batalla cultural creo que empieza por sostener
un Nunca Más que sea más abarcativo. Cada vez es más claro que la milicada es
un temible brazo ejecutor. Pero los cerebros más temibles cambian fácilmente de
brazos ejecutores. Incluso brazos ejecutores democráticos.
Y todo aquel o aquella que votó por el
endeudamiento es un traidor y traidora no solo a la patria, sino al fundante
Nunca Más.
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