Dictamen de comisiones para
la baja
Setenta y siete firmas que nunca se acercaron a los pibes, que nunca
pisaron una cárcel ni un instituto, que jamás hicieron nada por arrancárselos a
la calle, por un estado que los abrigue con el brazo protector antes de
cazarlos con el brazo represor. Ellos abren las puertas de la cárcel a los 14
años.
Por
Silvana Melo
(APe).- Setenta y
siete firmas de setenta y siete anónimos que se arrogan la representación de
los pueblos, de las provincias, de las gentes que fatigan la supervivencia día
tras día y, fundamentalmente, de los pibes y las pibas que, durante
generaciones, vienen resistiendo a la nieve tóxica y a las invasiones
alienígenas. Que son las horribles dirigencias que nunca intentaron
construirles una vida digna sino un futuro tumbero. Setenta y siete firmas de
caras desconocidas en su mayoría, que nunca se acercaron a los pibes, que nunca
pisaron una cárcel ni un instituto, que cruzan la vereda cuando ven la imagen
icónica de la visera hacia atrás, el piercing y la piel oscura, que jamás
hicieron nada por arrancárselos a la calle, por crearles alternativas, por
redondear los vértices de un estado que los abrigue con el brazo protector
antes de gasearlos o cazarlos con el brazo represor. Setenta y siete que jamás
hicieron nada por alimentarlos, jugar con ellos, contarles cuentos, criarlos
porque los niños y las niñas vulnerados y frágiles son de todos, no sólo de
madres y padres que no pudieron, no de instituciones rígidas y gélidas que los
romperán. Setenta y siete que deciden entrar en la vida de chicos y chicas de
14, preadolescentes en la peor etapa de sus vidas, cuando todo se cuestiona y
todo se demuele, en condiciones normales. En esas vidas que llegaron a esa edad
plagadas de carencias, de necesidad y de castigo, irrumpen los setenta y siete
y firman el dictamen del Plenario conjunto de las comisiones de Legislación Penal,
Familia, Justicia y Presupuesto y Hacienda.
Mientras estallan alrededor los
escándalos de $LIBRA y el PAMI, mientras la caterva gobernante insulta y golpea
a los viejos deportivamente, setenta y siete desconocidos integrantes de la
Cámara de Diputados abrieron las puertas y desenrollaron la alfombra roja para
que entre la cárcel para los niños de 14 años. Por orden directa del
presidente. Que quería cárcel a los 12 pero tuvo que negociar.
Ayer el plenario era una fiesta.
Habían encontrado chivos expiatorios para tanta vergüenza. Pequeños chivos
expiatorios. Que son, según el CELS, responsables de menos del 0,2% de los
delitos cometidos en el país. En su mayoría hurtos o intentos.
En la provincia, la obsesión de
los vampiros oficiales, que gustan de nadar en sangre ajena para sus campañas,
los homicidios que cometen los chicos menores de 18 llegan al 8,9 %. En 2009,
al 12,8. La cifra cayó. Pero la edad para imputarlos baja. Porque encontraron a
quiénes inculpar. Los pibes. Y a quiénes apalear. Los viejos. Una definición
ideológica aterradora.
Con la nueva ley que seguramente
aprobará el Congreso –que no le niega nada al Gobierno, como un vaso de agua o
una rodaja de pan- un preadolescente de 14 años podrá pasar 15 en la cárcel.
Más de lo que vivió.
En una cárcel regida por el
mismo sistema y el mismo estado que determinó su vida hasta los catorce.
El estado feroz tendrá pensado
para él un futuro ad hoc para cuando salga. Si lo logra.
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