Sí. Me abordaron no bien atravesé los pesados portones de la fábrica recuperada IMPA. Me acompañaron durante todo el tiempo que duró la nota a los chicos de "Barricada TV" y todavía perduran en mi conciencia.
No sé si estaban esperando por mí ó fui yo quien, inconcientemente, salí en su búsqueda. Ésa mezcla rara de aceites, grasas y metales. Esas paredes desnudas, la oscuridad, la maquinaria, el silencio y, porque no, esa vaga tristeza que embarga los corazones de los trabajadores desplazados de un lugar destinado a desaparecer pero que aún late gracias al compromiso, la militancia y el empuje de todos los que resistieron al cierre definitivo de la fábrica.
Subí los tres pisos hasta el lugar donde emite esta televisión comunitaria impregnado en sus olores. Imaginando asambleas, voces, rostros, miradas, cantos y gritos. Y sentí envidia. Sana envidia. De la clase que sólo pueden sentir aquellos que alguna vez formamos parte de esa gran masa de trabajadores combativos que hoy ya no tiene cabida en ningún lado.
La nostalgia se instaló dentro mío y hace días que camina de mi mano. ¿Dónde quedaron mis sueños de una clase obrera dignificada?¿Mi militancia?¿La lucha por una jornada de 8 horas?... Pregúntenle al Turco traidor y a todo su entorno de adulones. A quince años de aquel puto día en que no me quedó otra que aceptar el régimen de Retiros Voluntarios, puedo afirmar que, gustoso, daría un huevo para volver a respirar el encanto de una atmósfera fabril.
Es tarde para mí. Pero me consuela la presencia de los pibes que se la juegan donde hay que jugársela. De los trabajadores que la sudan a diario y de todos los que, de una forma u otra, todavía sueñan con construir una Patria más JUSTA, más LIBRE y más SOBERANA.
Gracias IMPA por permitirme arrebatarles un poquito de ésos gratos olores. El Peronauta.
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