Como Yabrán, un día asomaron a la luz su rostro, su historia y sus mañas. Sabe que tiene los días contados y no pierde el tiempo. Ya no goza de ése poder para enviar chivos emisarios a realizar el trabajo sucio, pero tan necesario a la hora de salvaguardar los intereses del monopolio. Ahora realiza visitas a La Corte, invita a cenar a sus secuaces, abroquela la tropa en torno suyo, teje estrategias sin descanso, lanza campañas de persecusión ideológica hacia su persona y la de su empresa, en un desesperado intento por dilatar "sus" tiempos.
El tipo tiene las manos manchadas de tinta y sangre, la conciencia sucia y el culo más todavía. Sabe que ya no cuenta con la banda de sicarios uniformados que le allanaban los caminos a su ambición desmesurada porque, de contar con ellos, otro sería el cantar. Sólo cuenta con dinero, cierto predicamento entre sus asalariados y nada más. Las cartas están echadas. Pero son muchos los chanchullos que lo cuentan entre sus principales responsables: La adopción de posibles hijos de detenidos desaparecidos, el "robo" perpetrado de Papel Prensa, la acaparación de medios en todo el país, etc.
Por eso es entendible que el señor Magnetto, cabeza, ideólogo y estratega del Grupo Clarín, haya gestionado ante el RENAR un permiso de portación de armas. Temeroso tal vez de alguna acción violenta ejecutada por algunos de ésos Montoneros que conforman el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Temeroso tal vez de ser secuestrado, torturado, asesinado. Temeroso de que le roben lo que tanto le costó acaparar. Que atenten contra su familia, sus bienes, su "honor".
Pero hombre de acción al fin, seguramente alimentará intimamente la fantasía de jugársela hasta morir en un enfrentamiento armado y cargarse a un par de terroristas. O lo que mejor le sentaría a un tipo de su catadura moral supongo: Volarse la cabeza de un tiro, emulando al "cartero", a morir de viejo en una celda común.
El Peronauta
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