Según datos recientes se calcula que, solo en la provincia de Buenos Aires, existen más de 150.000 trabajadores de la seguridad en actividad, de los cuales una cifra cercana a los 40.000 no se hallarían debidamente regularizados. Tampoco se sabe para quien y bajo que condiciones "trabajan". A la postre, un verdadero ejército de personas con un oscuro pasado en las FF.AA. y/o exonerados de la policía. gente preparada para actuar en cualquier situación o circunstancia y que no brindan ningún tipo de garantía a quienes contratan sus servicios. Si bien existen leyes que inhabilitan a todos aquellos personajes vinculados a la represión o hayan sido partícipes de hechos delictivos desempeñar funciones de vigilancia, nadie parecería poner límites al libre accionar de dichos elementos que, dicho sea de paso, se mueven como peces en el agua en dicha actividad.
Las agencias, casi en su totalidad, son administradas y articuladas por personal jerárquico retirado de las distintas fuerzas de seguridad. Y salvo las cuatro o cinco empresas tradicionales, las demás crecieron al ritmo vertiginoso impuesto por los gobiernos que hacen del miedo y la represión un gran negocio. No son pocos los militares de la dictadura que encontraron en ellas el marco ideal para mimetizarse en la sociedad y continuar operando en las sombras. El caso Yabrán puso luces sobre un tema que daba vueltas en el imaginario popular pero que nunca trascendió más allá de ciertos ámbitos. Su ejército personal estaba estaba constituído por ex represores de la ESMA; especialmente contratados para brindarle protección al jefe mafioso.
Altos sueldos, impunidad y logística para proceder en tiempo y forma cada vez que el jefe lo requería.
En menor medida y en menor jerarquía sucede con los efectivos exonerados de la policía. ¿A dónde van a parar todos los agentes pasados a disponibilidad? Solo existen dos alternativas: O salen a hacer lo que mejor saben robar, apretar, matar o extorsionar; organizados en bandas. O se constituyen en el alma matter de alguna de estas agencias para aportar, desde adentro, sus conocimientos en logística, inteligencia, delaciones o venta de información.
Los territorios preferidos para operar son los barrios privados, empresas de transporte, entidades bancarias, clubes, edificios, etc. Ellos saben como moverse. Como anular las frecuencias de radio policiales. Cómo y que tipo de armamento utilizar de acuerdo al tipo de "trabajo" a ejecutar. Saben realizar seguimientos, "marcar" a la víctima y hasta la forma de "negociar" un rescate sin ser interceptados.
Pero lo terrible de todo es darse cuenta de que todas estas "habilidades" adquiridas fueron costeadas con nuestros impuestos. Y estos energúmenos, que deberían estar presos o bajo constante vigilancia, son los que nos "vigilan" a nosotros encubiertos bajo la mascarada de una agencia "seria y profesional".
Las agencias, casi en su totalidad, son administradas y articuladas por personal jerárquico retirado de las distintas fuerzas de seguridad. Y salvo las cuatro o cinco empresas tradicionales, las demás crecieron al ritmo vertiginoso impuesto por los gobiernos que hacen del miedo y la represión un gran negocio. No son pocos los militares de la dictadura que encontraron en ellas el marco ideal para mimetizarse en la sociedad y continuar operando en las sombras. El caso Yabrán puso luces sobre un tema que daba vueltas en el imaginario popular pero que nunca trascendió más allá de ciertos ámbitos. Su ejército personal estaba estaba constituído por ex represores de la ESMA; especialmente contratados para brindarle protección al jefe mafioso.
Altos sueldos, impunidad y logística para proceder en tiempo y forma cada vez que el jefe lo requería.
En menor medida y en menor jerarquía sucede con los efectivos exonerados de la policía. ¿A dónde van a parar todos los agentes pasados a disponibilidad? Solo existen dos alternativas: O salen a hacer lo que mejor saben robar, apretar, matar o extorsionar; organizados en bandas. O se constituyen en el alma matter de alguna de estas agencias para aportar, desde adentro, sus conocimientos en logística, inteligencia, delaciones o venta de información.
Los territorios preferidos para operar son los barrios privados, empresas de transporte, entidades bancarias, clubes, edificios, etc. Ellos saben como moverse. Como anular las frecuencias de radio policiales. Cómo y que tipo de armamento utilizar de acuerdo al tipo de "trabajo" a ejecutar. Saben realizar seguimientos, "marcar" a la víctima y hasta la forma de "negociar" un rescate sin ser interceptados.
Pero lo terrible de todo es darse cuenta de que todas estas "habilidades" adquiridas fueron costeadas con nuestros impuestos. Y estos energúmenos, que deberían estar presos o bajo constante vigilancia, son los que nos "vigilan" a nosotros encubiertos bajo la mascarada de una agencia "seria y profesional".
Roque Paz
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