La aguda crisis económica que sacude a Europa ofrece muchos rostros. Los acampes y marchas de jóvenes indignados en Madrid; los enfrentamientos en las calles de Atenas; las protestas estudiantiles en Londres; las largas colas de desocupados en busca de la ayuda estatal, hasta la imagen de gobernantes que se ven corridos de sus sillones, tales los casos de Silvio Berlusconi y Giorgios Papandreu.
En la nota que escribe para este número, Marcelo Zlotogwiazda habla de un estudio publicado por la prestigiosa revista científica The Lancet, que señala que por cada uno por ciento de aumento en la tasa de desempleo en los países de la Unión Europea, los suicidios y asesinatos crecen un 0,8 por ciento.
El rostro más dramático de la crisis económica.
Pero hay más. Y son muy peligrosos.
La canciller Angela Merkel calificó días atrás de “vergüenza para Alemania” la existencia de un terrorismo asesino de extrema derecha en este país, que ya asesinó a nueve extranjeros –ocho turcos y un griego– y a una policía. “¿Cómo ha podido suceder que ese trío pudiese cometer impunemente sus aberrantes crímenes? ¿Qué papel han jugado las fuerzas de seguridad? ¿Hay grupos mayores de extremistas de derechas?”, inquirió Merkel en un encuentro partidario cristianodemócrata, en donde pidió que se declare ilegal el ultraderechista Partido Nacional Democrático (NPD). “En Alemania no hay lugar para la xenofobia, el odio y la violencia”, aseguró, muy preocupada, la canciller, en el mismo encuentro en que aseguró que el continente europeo vive la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial.
Las actitudes xenófobas y de rechazo a los inmigrantes van ganando terreno en los países de la eurozona, de la mano del aumento de la desocupación y caída en los ingresos de sus habitantes.
No sólo en Alemania aumenta la popularidad de los sectores más reaccionarios. Ocurre en Francia y también en España, donde una derecha que reivindica el franquismo va ganando terreno frente al socialismo.
El desprecio al otro. Al inmigrante, al extranjero a quien se lo acusa de quedarse con el trabajo de los europeos. Mano de obra barata que en un momento les sirvió, y mucho, a estos países. Ahora, con el temor a la crisis, los desprecian.
El huevo de la serpiente es el nombre de la película dirigida por Ingmar Bergman que retrata de una manera cruda el Berlín de los años ’20, un momento histórico oscuro donde el miedo es lo que predomina. Allí se refleja la larva del nazismo incubándose entre la desesperanza, el antisemitismo y el odio.
Una serpiente que creció y produjo una de las peores tragedias de la humanidad.
Angela Merkel se mostró preocupada y avergonzada por estos asesinatos xenófobos en medio de “la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial”. Sabe que no debe dejar crecer a la serpiente.
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