Darnos tiempo para ver. Detenernos, levantar la cabeza de nuestras propias imágenes y dedicarnos a la contemplación. Ese simple acto existencialista al cual los grandes filósofos griegos le dedicaron gran parte de su tiempo.
Ah, el bello y reconfortante arte de la contemplación. Motor, sin dudas, de los mayores descubrimientos de nuestra condición humana. Internos y externos. Y de esto último se trata.
Ah, el bello y reconfortante arte de la contemplación. Motor, sin dudas, de los mayores descubrimientos de nuestra condición humana. Internos y externos. Y de esto último se trata.
Aquí nomás, en el barrio de Congreso, si nos animamos, podremos maravillarnos con obras arquitectónicas de excelencia. Obras que, pese al transcurso del tiempo y de las nuevas tendencias, nos siguen deslumbrando con su estilo y sus líneas cargadas de refinamiento y creatividad.
No hay que alejarse demasiado para descubrirlas. Las cuatro o cinco cuadras que las contienen las van alineando una tras otra, y de un lado a otro de la avenida Rivadavia primero (si se viene de Once), o bien, sobre la avenida de Mayo, si uno va para el bajo de la ciudad.
Son las joyas arquitectónicas de una porción de la ciudad. Son las cúpulas de Buenos Aires.
Roque Paz
Roque Paz
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