Revolución es hacer cada día de nuestro pequeño espacio, un lugar digno de habitar
"La Maldita Máquina de Matar" Pinchevsky/ Medina

viernes, noviembre 11, 2011

El sueño de la izquierda



Pareciera ser que el sueño de la izquierda argentina ha encontrado en la figura de los Kirchner la concreción de sus anhelos. Muchos militantes, cuadros políticos e intelectuales comienzan a reconocer en este gobierno ciertos matices progresistas con los que se construyó el paradigma socialista.
Cabe destacar que esta no es la primera vez que el peronismo pone en práctica algunos de sus viejos postulados que, si no fuese así, difícilmente hubiesen sido plasmados en la realidad de una patria soberana como pretendemos los argentinoss. Sin embargo pareciera ser que a diferentes sectores le cuesta digerir que sea precisamente un gobierno de neto corte peronista el que más se acerca a sus ambiciones. Ya que siempre se han encargado de defenestrar la figura del general Perón tildándolo de déspota, de dictador, cuando no de fascista; renegando de la matriz nacional y popular que generó uno de los movimientos políticos organizado más grande de la historia moderna, creado a mediados del siglo pasado. 
Producto, tal vez, de sus propias carencias. La izquierda argentina nunca fue capaz de transmitirle a la masa trabajadora la identidad de pertenencia que  el peronismo supo conferirle.
Durante décadas han teñido sus discursos con el odio visceral que los equipara con el odio vertido por los sectores más oligarcas y resentidos de la sociedad. 
Pareciera ser que no han entendido que el peronismo es mucho más que el bombo y la marcha. Que es acción y movimiento. Lealtad y orgullo de haber sido y seguir siendo parte del cambio.
Ahora bien. Es saludable y hasta alentador ver puños alzados en cada acto, en cada asamblea, en cada movilización. Es bueno verlos participar del Gran Debate Nacional. Marchando, debatiendo, proponiendo ideas. Entendiendo que, en este bendito país, nada relevante puede construirse de espaldas al peronismo. Negarlo es negar la historia. Negarlo es negar a todo un pueblo. Negarlo es desentenderse de las mayorías. Y la democracia se construye con el voto de la gente. Con la fuerza de la militancia. Y con las convicciones de un pueblo  identificado con determinada ideología.
Por eso es menester hacerle entender a la izquierda soñadora que la acción es el poder de la palabra realizada. Algo que el peronismo (más allá de traidores y trepadores) conoce y mucho.
Y para eso hay que dejar de mirarse en los espejos ajenos y reconocerse plenamente en los reflejos propios.
El peronismo, desde sus inicios, nunca necesitó aprenderse el discursito de las revoluciones importadas para ganarse los corazones de las gentes. Primero hizo, después propuso y por último proyectó. Apuntalado por un andamiaje surgido de las bases obreras y con el aporte de intelectuales,  provenientes de corrientes dispares, se fue forjando el modelo nacional y popular de los argentinos.
En los tiempos que corren se torna prioritario reconocernos como individuos que saben muy bien de donde vienen y hacia donde quieren ir. Y ése camino, por más que a la izquierda le moleste, lo sigue proponiendo el peronismo.

El Peronauta.


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