Revolución es hacer cada día de nuestro pequeño espacio, un lugar digno de habitar
"La Maldita Máquina de Matar" Pinchevsky/ Medina

sábado, julio 09, 2011

¿Y nuestros negros dónde están?

ARGENTINA: TIERRA DE LOS NEGROS QUE DESAPARECEN


Como bien lo definiera la revista norteamericana Ebany en distintos artículos publicados en 1974; Argentina es una tierra en donde los negros “desaparecen”.
Este curioso proceso de “desaparición sistemática” de la población de color no es de ahora ya que se remonta al año 1850. Década en la cual este proceso se incrementó de manera repentina. Según censos de la época, en el año 1778, la población de negros y mulatos constituían el 30% de la población: 7.256 sobre un total de 24.363 habitantes.
Esta proporción se mantuvo hasta 1838, pero para 1887 sólo había 8.005 negros sobre una población total de 443.375; menos del dos por ciento.
Las causas, por supuesto, obedecen a diferentes motivos:
• La masiva participación de los negros en la primera línea de combate de todas las guerras por la Independencia, los enfrentamientos con Brasil y Paraguay y las guerras civiles.
• El factor epidémico que diezmó a la población, entre ella a la más desprotegida conformada por negros y mestizos.
• El mestizaje, entendiendo que las mujeres negras elegían hombres blancos, que les darían una mayor movilidad social.
• Las bajas tasas de natalidad.
• La eliminación del comercio de esclavos.
Buenos Aires fue el principal centro americano de tráfico de esclavos. Entre 1606 y 1652 fueron “confiscados” 8.932 negros introducidos sin licencia en navíos declarados de “arribo forzoso”.
La compañía inglesa South Sea y la Real Compañía Francesa de Guinea monopolizaban el tráfico de esclavos que costaban entre 60 y 75 pesos y que, en el caso de tener un oficio conocido, podían llegar hasta los 1.000 pesos que fue lo que llegó a pagar un herrero en 1616.
Cada negro era “marcado” con la carimba, un sello hecho de metal calentado al rojo con el que se marcaba al esclavo en distintas partes del cuerpo, generalmente en el pecho o en la espalda, para luego ser destinados a los trabajos que el español se resistía a realizar. Los esclavos no vendidos eran abandonados por los traficantes en las calles de la ciudad, desnudos, sin hablar español y sin ningún medio de sustento.
Según Los Códigos del Derecho Español puestos en vigencia por Alfonso el Sabio un esclavo sólo podía ganarse su libertad si se casaba con una persona libre, si resultaba heredero del amo o si el amo obligaba a su esclava a la prostitución. Otro mecanismo era el llamado “servicio heroico prestado al estado”
En este contexto, durante las invasiones inglesas, las bajas de los Pardos y Morenos, según el informe de la Secretaría de Liniers, “registraron, proporcionalmente, mayor cantidad de muertos y heridos que el resto de las tropas. Según registros, entre 1806 y 1807, el Cabildo sólo otorgó la libertad a 22 de los 688 esclavos que combatieron.
En “Memoria de un viejo”, Víctor Gálvez narraba las condiciones de muchos soldados negros sobrevivientes a la gesta de los Andes: “Muchos negros que pertenecieron al Ejército de los Andes se arrastraban por las calles con las piernas cortadas o perdidas en las nieves al atravesar las altas cordilleras, y estos inválidos que mendigaban el pan tenían fuego en la mirada cuando les hablaban del ejército de la patria, que tan mal les había pagado abandonándolos a la caridad pública”.
Entre 1813 y 1818 dos mil esclavos ingresaron al Ejército de la Provincia de Buenos Aires.
El 30 de noviembre de 1821 un reglamento policial permitió la instalación de sociedades de negros que fueron agrupándose por naciones y se instalaron en el sur de la ciudad, en las actuales calles Independencia, Chile y México. Las sociedades fueron la Cubunda (1823), Benguela, Mores y Mina (1825), Rubolo (1826), Angola y Congo (1827), Cabundas, Quisamá, Hombé y Bamba. El 1 de febrero de 1822 se les prohibió bailar en las calles, y el 27 de junio de 1825 se prohibieron terminantemente los batuques y candombes. Los negros sólo podían hacerlo en los “quilombos”
González Arzac calcula que a mediados del siglo XIX, sobre un total de 800.000 habitantes de la Confederación, 110.000 eran mulatos y 20.000 negros. Aquella proporción del 30 por ciento había quedado sepultada por las guerras de la Independencia, el maltrato y las enfermedades.

LA GRAN EPIDEMIA

Cuando la cantante Josephine Baker visitó la Argentina en la década de1950 le preguntó al entonces Ministro de Salud Pública birracial, Ramón Carrillo, ¿dónde están los negros? Este le respondió sonriendo: Hay sólo dos, tú y yo.

Hay una explicación para la desaparición de gran parte de los negros en la Argentina. Tan cruenta como trágica, que suprimió, de manera cínica y brutal, a los negros. Durante la fiebre amarilla del año 1871, que en realidad reunió a variadas enfermedades contagiosas, las barriadas más castigadas fueron las habitadas por la población negra. Estos eran barrios desprovistos de higiene en una Vieja Aldea que carecía de toda organización sanitaria. Fue allí donde se desató la tragedia alentada por el hacinamiento, la miseria, la suciedad.
La Gran Epidemia habría provenido de Asunción del Paraguay, al traerla los soldados argentinos que regresaban de la guerra. La falta de agua potable, la contaminación de las napas por los desechos humanos, el clima cálido y húmedo del verano, y la superpoblación de los barrios de la zona sur, sumado a las corrientes migratorias de europeos humildes, los saladeros que contaminaban el riachuelo, el relleno de terrenos bajos con residuos y los zanjones que recorrían la ciudad infectados por lo que la población arrojaba en ellos; fueron algunas causas de la propagación de esta enfermedad.
Señalados por la sociedad "aristocrática" como los responsables de haber traído la éste, había llegado la hora de la venganza y en medio del horror generalizado por la epidemia que no perdonaba ni discriminaba por el color de la piel, el ejército rodeó a los barrios negros y no les permitió la emigración hacia la zona que los blancos constituyeron el Barrio Norte como producto del escape de la epidemia. Los negros quedaron en sus barrios contra su voluntad, donde murieron masivamente y fueron sepultados en fosas comunes. Algunos historiadores consideran que una de las zonas donde existirían esas fosas es en la Plazoleta Dorrego, en pleno San Telmo.
Roque Paz

No hay comentarios.:

Publicar un comentario