El cinismo es la forma del ocultamiento ideológico. O la forma más notable de mentir con el ropaje de la verdad. La Libertad Avanza es ese cinismo vampírico que nos desangra para alimentar intereses personales.
Por Conrado Yasenza*
(para La Tecl@ Eñe)
Hay épocas para mirar lo que pocos quieren ver, nos cantó Charly cuando puso sus auriculares en nuestra sien. Unos ofrecen su corazón; otros el corazón, el cuerpo y la sutil antena de la que son poseedores. Hay que saber escuchar y mirar. O ver, que implica algo más que un gesto involuntario.
Las ultraderechas neoliberales recorren el mundo, y lo tiñen con los espectros de los totalitarismos. No hay traslación directa, hay ecos que resuenan y que marcan un tono, un grado en el que se expresa ese sentido que dicta que los Estados se desvanecen en el universo del capitalismo tecno-financiero. Las plataformas digitales concentran y dominan la acumulación del capital. El resto, mira y ofrece datos con algarabía, casi sin mirar. Esa es la pérfida adaptación de lo reaccionario. No el Estado Totalitario del siglo XX, sino el totalitarismo de la automatización total que monetiza la experiencia de vida y modela comportamientos. Allí está el huevo de la serpiente. Es, claro, Steve Bannon, el mago de las fake news, pero antes fue la democracia digital de Beppe Grillo y Gianroberto Casaleggio, fundadores del Movimiento 5 Estrellas en Italia. La conexión es internacional, y nuestro “libertario” local no inventó nada, sólo leyó el manual del Vaffanculo Day para lanzar la vocinglería de “Viva la libertad carajo”.
El cinismo es la forma del ocultamiento ideológico. O la forma más notable de mentir con el ropaje de la verdad, al decir de Žižek. La Libertad Avanza es ese cinismo vampírico que nos desangra para alimentar los intereses personales del presidente, su hermana, Luis Caputo y lo más granado de su gabinete, y los intereses regionales del hombre que de la quiebra empresarial pasó al reality show para llegar en 2016 a la presidencia bajo el lema «Make America Great Again«. (Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande). Choque de propósitos entre la fantasía industrialista de Donald Trump y los intereses tecnofinancieros de Silicon Valley. Pero esa es otra historia, o, tal vez, no.
En el norte ya se quejan de que el Estado Americano ayuda con “billones de dólares” a la Argentina mientras el servicio meteorológico, que reclama mayor presupuesto, anuncia una nueva tormenta tropical que sería peor que el Huracán Humberto. El New York Times se sube al frente de tormenta y advierte que “un préstamo de 20.000 millones de dólares para apoyar al presidente argentino, Javier Milei, podría conllevar riesgos económicos y políticos». Scott Bessent no traiciona, y aunque el secretario del Tesoro de Trump acomoda sus opiniones según quién sea el interlocutor, deslizó que los millones prometidos dependen del 26 de octubre. Exige gobernabilidad, pero ¿para quién?
Esta avanzada de las derechas libertarias – una apropiación semántica que capturó un término caro a la tradición anarquista – consolida una opción política que no debe analizarse sólo desde los marcos de interpretación endógenos. Las derechas neoliberales han trazado estrategias políticas y comunicacionales muy efectivas para provocar un desplazamiento en el límite de lo políticamente incorrecto para volverlo aceptable y deseable por amplios sectores de nuestra sociedad que se encandilaron por la verba inflamada de la ex bestia pop. Mucha gente defraudada por gobiernos como el de Mauricio Macri y Alberto Fernández (deben analizarse en sus diferencias), que tras la pandemia se sintieron convocados por el rompan todo de La Libertad Avanza. El trabajo previo de “Juntos”, antes “Cambiemos”, aglutinó a los herederos de la “Campaña al desierto” y la ley de enfiteusis, con el balbinismo radical, los millennials del Big Data y el rapi que todavía sigue pedaleando mientras suda y sueña que él es su propio jefe, y no una plataforma digital que usa el deseo para evitar las obligaciones de un empleador tradicional.

Ese es el hombre sin deuda y sin historia, en este tiempo de desmemoria y degradación del Estado de derecho, una memoria que creíamos consolidada como un bien de nuestra democracia, memoria del derecho humano que cruje como una hoja chamuscada en el piso primaveral de octubre.
Quizás, como el título de aquel disco de Roque Narvaja, octubre sea un mes de cambios, aunque el tamaño de las esperanzas sea moderado y el futuro algo más que una fuerza muy nociva que choca con otra que trata de frenarla. Tropas del Ejército de los Estados Unidos de Norteamérica se disponen a desembarcar en Ushuaia mientras la deuda acumulada es una lanza clavada en el costado del cuerpo nacional.
Habrá que subir al cielo, y como escribió el poeta de las cofradías, ponerle gatillo a la luna para que esto cambie de una buena vez.
*Periodista. Docente en la Universidad Nacional de Avellaneda.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario