Seguramente nuestra presidenta tomará cartas en el asunto para darle un corte definitivo a la cuestión que le viene inflamando el ánimo a millones de usuarios que reclaman a viva voz, y desde hace tiempo, el fin de la concesión de TBA que “maneja” el clan Cirigliano.
Es que 51 muertos no son poco; y sin cuenta son las víctimas que nuestra sociedad viene padeciendo año tras año, década tras década, gobierno tras gobierno.
Sin bien es cierto que al ex presidente Néstor Kirchner le tocó construir la parte más fulera y contaminada del proceso. Armando, componiendo, concertando y muchos etcéteras más con el fin de acumular el poder suficiente para llevar a cabo su plan de gobierno; le toca ahora, a la Señora presidenta, hundir el cuchillo hasta el hueso si en verdad tiene la voluntad de hacer de éste, nuestro amado país, un país en serio.
La tarea no es fácil. Hay muchos intereses en juego y gente “poderosa” que no está dispuesta a ceder un ápice en lo que consideran suyo.
El caso del grupo Cirigliano puede llegar a convertirse, si existe verdadera voluntad política, en un punto de inflexión para erradicar de una vez y para siempre a toda ésa caterva de empresarios que aparecieron de la nada y hoy son intocables, cuan ramificados, hombres de negocios. Son los amigos del poder. Oscuros personajes que tejen sus telarañas al amparo del poder de turno.
Pero no me interesa entrar en detalles de cómo, un simple colectivero erigió un verdadero imperio gracias a los subsidios estatales (o sea gracias a nosotros, los giles de siempre. Ésos que con nuestros impuestos les pagamos sus vicios, cirugías, viajes, putas y chongos y nunca van presos, por más que, como en este caso, la cosa se fue de mambo y la cantidad de muertos sacudió las fibras más íntimas de una población cautiva de los tejes y manejes elucubrados en las más altas esferas.
Pero no me interesa entrar en detalles de cómo, un simple colectivero erigió un verdadero imperio gracias a los subsidios estatales (o sea gracias a nosotros, los giles de siempre. Ésos que con nuestros impuestos les pagamos sus vicios, cirugías, viajes, putas y chongos y nunca van presos, por más que, como en este caso, la cosa se fue de mambo y la cantidad de muertos sacudió las fibras más íntimas de una población cautiva de los tejes y manejes elucubrados en las más altas esferas.
Duele y lastima saber que estos usurpadores de contratos, licitaciones y permisos de explotación no son otra cosa que buitres carroñeros y que nunca dan la cara, escondidos en sus suntuosas oficinas. Que se cagan de todo y de todos porque “juegan” el juego de los perversos con las cartas marcadas que los hace impunes.
No basta que el Estado se presente como querellante en la causa. No basta una investigación profunda, como tampoco basta (aunque sea vox populi) los rajen a patadas en el culo. Es menester caerles con todo el peso de la LEY. Y si tienen que ir presos: a la cárcel con ellos. Como deberían estarlo Menem, Cavallo, De La Rúa, Duhalde y tantos otros.
Pero: ¿es ésa la solución? Yo diría que en parte. Siempre pongo de ejemplo la frase del General Perón. Aquella que nos define como sociedad: “El órgano más sensible del argentino es el bolsillo.” Y es ahí hacia donde deben apuntar los colmillos judiciales. Porque lo que se viene es una andanada de juicios millonarios que no debe, ni debería pagar el Estado (o sea la gilada). Estas muertes anunciadas las tiene que pagar el concesionario y no nosotros. O sea Cirigliano, familia y compañía, además de no permitírsele realizar negocios con el Estado nunca más. Y es éste gobierno el que tiene la oportunidad histórica de acabar con este mal congénito que venimos padeciendo desde las décadas de los setenta y los noventa.
¿Cuántos muertos más deberemos llorar? ¿Cuánto más puede aguantar una población herida sin reaccionar? Hay muestras de que la paciencia de la gente se está acabando y esto puede ser preocupante. Tanto los usuarios (soy uno de ellos) del ferrocarril Sarmiento, como los trabajadores ferroviarios lo vienen advirtiendo desde hace mucho pero nadie parece escuchar. Las autoridades deberían actuar enérgicamente para aquietar las aguas antes que el mal sea mayor. En cambio pone sobre aviso a los responsables, les hace saber que están preocupados y hasta pensando, tal vez, en quitarles la concesión (?)
Y esto suena parecido a cuando, por diversos medios, se le hace saber al sospechoso que su domicilio está a punto de ser allanado… porque nuestra justicia es una tortuga renga y mira con un sólo ojo...
El pescado se pudre por la cabeza. Pero la merluza que nos tuvimos que tragar nació podrida. Es tiempo de que el ESTADO desbarate a estas verdaderas bandas de delincuentes que le chupan la sangre al país y deje de ser ésa "máquina de hacer millonarios" tan ansiada por todos los que quieren salvarse haciendo política en la Argentina, para que presente quiebra, y mande a concurso de acreedores (interprétese cárcel a los corruptos y remate de los bienes mal adquiridos). Abriendo sus oídos al reclamo de la gente que exige cambios y justicia.
Por último quiero expresar mi más sentido pésame para todos los familiares de las víctimas de TBA. SERÁ JUSTICIA. ¡BASTA DE CORRUPTOS!
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