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"La Maldita Máquina de Matar" Pinchevsky/ Medina

domingo, junio 03, 2012

Entrevista a Alejandra Bonafini


“Fue un plan deliberado desde el comienzo por Sergio Schoklender”

En esta entrevista exclusiva, la hija de la titular de Madres de Plaza de Mayo responde las acusaciones que le formuló el ex apoderado de la Fundación. Habla de la relación entre el imputado y su madre, y explica su patrimonio.

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María Alejandra Bonafini declaró el jueves pasado en la causa por el desvío de fondos de la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Luego de estar casi cuatro horas en el juzgado de Norberto Oyarbide recibió a Tiempo Argentino en su casa de La Plata donde–en una entrevista exclusiva– respondió a las acusaciones de Sergio Schoklender y mostró las pruebas que expuso ante la justicia. Relató además detalles de su enfrentamiento con el ex apoderado y describió cuál era el vínculo que estableció con la titular de Madres, Hebe de Bonafini.
–Usted está imputada por la justicia como miembro de una asociación ilícita a raíz de la venta de un departamento a Meldorek. ¿Por qué se lo vendió?
–Me llamó Patricia Alonso –la mano derecha de Schoklender– en 2010 para saber si mi departamento seguía a la venta. Me dijo que ellos trabajaban con una empresa que tenía la misma modalidad de construcción de Madres, que estaban buscando comprar algo en La Plata para sus ejecutivos. Yo había pedido prestado para comprar esta casa y tenía un plazo para devolverlo, por eso necesitaba venderlo urgente y se lo ofrecí. Era de dos habitaciones, tasado en 100 mil pesos –comprobable– por la inmobiliaria Dacal. Incluso desde que lo compré a la fecha bajó su valuación fiscal. Así se concretó la venta en una escribanía donde firmé y seguí el procedimiento normal. Cuando todo esto estalló, me di cuenta que la escritura era a favor de Meldorek.
–¿Cómo era su vínculo con Schoklender?
–A Schoklender nadie lo llega a conocer. No me gustaba, era altanero, de malos tratos, alguien con quien no podía compartir nada. No era transparente. Desde 2003 en adelante ya no nos cruzábamos ni nos hablábamos. Es mentira que haya vivido en nuestra casa cuando salió de la cárcel.
–¿Qué pasó en 2003?
–Sergio le vendió un auto mellizo a una amiga mía. Resultó ser robado. A mi amiga le quedó una causa y perdió la plata. Le dije a mi mamá que para mí era lo último que me hacía. Le venía diciendo que este tipo no me gusta que juegue, que lo vean con prostitutas.Lo veían en el casino de Tigre o en el flotante. ¿Sabés cómo me caía que dijeran: “Che, tu ‘hermanito’ cómo juega, eh”? Cuando aparece viviendo en el country Highlands, mi mamá me dijo que se lo había prestado un amigo. Ella le creía todo lo que él le decía.
–¿Cómo llega a formarse ese vínculo con Hebe?
–Schoklender es un psicópata y un manejador. Entró a un lugar donde hay una mujer que le faltan dos hijos varones, él se quería parecer a mi hermano Jorge, que era muy inteligente, muy pensante y serio. Como que Sergio se disfrazaba de Jorge y le entraba por ahí a mi vieja. Yo creo que fue un plan deliberado desde el comienzo, desde que le dio la carta en la mano cuando estaba en la cárcel.
–¿Su madre podía no haberse dado cuenta de lo que sucedía? Schoklender dijo que daba las órdenes.
-Mi mamá tiene mucha fuerza. Es inteligente, pero es una mujer que tampoco tiene estudios. Acá no estamos hablando que se quedaron con unos pesitos por haber hecho mal la caja. Fue una maniobra delictiva pensada entre contadores, abogados y personajes todos amigos de ellos y vinculados entre sí, no con las Madres. Él dice que mi vieja daba las órdenes y, ¿qué le decía?: ¿“Vení, nene, robá para vos y tus amigos”? Yo quisiera que él explique cuáles eran esas órdenes.
–¿Tuvo un puesto formal en la Fundación?
-No. Schoklender hizo de Madres una oficina. Antes éramos todos militantes que dábamos el tiempo que podíamos y todos hacíamos de todo. Este tipo llegó y lo transformó todo en una empresa. Todos tenían una cochera paga, los directivos y los amigos de los directivos. Yo llegaba y tenía que pagar un estacionamiento aparte. Ellos decidían más allá de mi mamá y ella decía: “bueno, está bien.” Mientras todo el mundo cobraba, yo seguía poniendo de mi bolsillo. Por eso Schoklender dijo que tenía que cobrar también. Yo no quise pero mi mamá me dijo: “Mirá, Alejandra, tampoco es cuestión de que vos pongas cuando hay otros empleados.” Ese sueldo millonario que él dice es de 2300 pesos desde el 2008, que duró hasta ahora que me fui.
–También dijo que le habían pagado viajes al exterior.
–Claro, uno cuando él estaba preso (irónica) en el ’95. Y no sé si se querrá adjudicar el que pagó Fidel Castro en 2001 cuando yo había sido torturada dentro de mi casa, y Fidel puso a disposición sus médicos, sus terapias en La Habana. En 2005 viajé con un amigo. Aunque no me los pidieron, llevé al juzgado mis pasaportes para que vean todas las salidas del país. Tengo otra: Ecuador, invitada por el presidente Correa.
–¿Por qué trató él de involucrarla?
–Porque fui la única que no se comió su sapo. Desde el primer día me odia por eso, porque a mí no me pudo vender nada. No me pudo vender su rol de “hermanito”. Yo hermanos tuve dos.
–¿Le molesta que los medios hayan equiparado su situación judicial con la de los Schoklender?
–A mí lo que me importa es explicar todo para que no me acusen de nada. Que no queden dudas que no tengo nada que ver. El periodismo lanzó muchas cosas, por eso esta entrevista es la única que voy a dar. Hay periodistas que inventaron que yo gastaba fortunas con varias tarjetas de crédito. Primero que tengo una sola desde siempre, y segundo que puedo mostrar que lo máximo que gasté son 4000 pesos en materiales para arreglar mi casa. Yo gasto alrededor de 1500 pesos por mes y tengo adentro débitos automáticos de celular, el filtro de agua, el seguro del auto, el cable con Internet, algún supermercado los días de descuento. Lo único que tengo es mi casa, no tengo otra cosa.
–La acusó de haber manejado subsidios desde el ministerio por fuera de Sueños Compartidos.
–Ni para la Fundación ni para nadie jamás otorgué ningún subsidio. No sólo que no hago ese trabajo, sino que no tengo ni firma ni el poder para hacerlo.
–La justicia tiene reportes de operaciones sospechosas por dos depósitos en dólares.
–Expliqué a la justicia que esos depósitos fueron por la venta y para la compra de mi anterior departamento. Presenté a la persona que me prestó la plata, presenté testigos y avales de todo tipo. ¿Sabés cuantas horas laburaba yo para poder tener lo que tengo? Entraba a las 7 de la mañana al Ministerio de Desarrollo Social de la provincia y me iba a las 20. Después trabajaba jueves, viernes y sábados en un boliche, de moza. Yo lo digo con orgullo. Aparte, yo no maté a mis viejos, no soy parricida. Yo no soy ladrona. El parricida y el ladrón es él.
–¿Cómo cree que seguirá la causa?
–Lo que quisiera es que vuelvan a la cárcel pero sin privilegios. Porque ellos conocen a mucha gente adentro y creo que no van a ser presos comunes. No le creo a Pablo cuando dice tener miedo de Sergio. Los que tenemos miedo somos nosotros, los que estamos afuera. Porque es gente pesada.
–¿Cómo no se tomaron medidas en su momento?
–Yo creo que fue porque atacaron a un lugar vulnerable que son las Madres. Ellas son muy fuertes, fueron muy fuertes pero están grandes. Y si ellos se rodeaban de cómplices, ¿quién los iba a controlar? Mi mamá no podía subir a la oficina de Pablo. Yo estaba muy metida en mi propio trabajo y capaz que a mi mamá la veía una vez por semana. Sergio la usó y con ella a todas las Madres.
–¿Y su situación?
–El mal ya está hecho. A mí ya me perjudicaron porque el común de la gente que no me conoce va a tragarse lo que dice el periodismo que no se informa. Siento que me señalan, que me miran, que van a ver cuánto vale la casa, y todo eso para una persona de mi perfil, ya me arruinó la vida.
–¿Las Madres van a poder superar esto?
–Se metió con lo más sagrado que tiene este país que es su historia, que son años y años de lucha. Mordió la mano de la mujer que le dio trabajo al salir de la cárcel. Las Madres son fuertes, yo creo que no se van a olvidar. Este dolor es una marca más que les hicieron. Los pañuelos siempre van a estar en un pedestal, pero esto es una huella muy profunda.

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