Entrevista al Ministro de la Autoridad Palestina, Issa 
Qaraqe
750.000 palestinos han pasado por 
las cárceles de Israel desde 1967. No hay familia palestina sin algún miembro 
con experiencia en las cárceles sionistas. Palestina es, de hecho, el único país 
del mundo con un ministerio dedicado exclusivamente a la defensa de sus 
prisioneros políticos en otro país. Y en pedir el regreso a su tierra. 
Al frente de ese ministerio está Issa Qaraqe, quien ha participado en una 
conferencia, celebrada en Valencia, coincidiendo con el reconocimiento de 
Palestina como estado observador de Naciones Unidas. El acto ha sido organizado 
por Joves de EUPV-IU de la ciudad de Valencia y la Comunidad Palestina de esta 
ciudad. 
“Todos los segmentos de la población palestina están sometidas a detenciones 
diarias”, afirma Issa Qaraqe. Niños, niñas, enfermos, inválidos, ancianos, 
mujeres, ministros de la Autoridad Nacional Palestina, parlamentarios. “No queda 
nadie fuera del radio de acción de las detenciones”, añade el ministro. 
El más antiguo de los presos políticos lleva más de 30 años entre rejas; hay 
1.500 enfermos actualmente en prisión; 30 presos mayores de 55 años, 14 
ministros y tres parlamentarios. “Pero no es una cuestión de números”, matiza 
Issa Qaraqe. 
Explica que la política de detenciones del gobierno de Israel “es una de las 
peores y más duras del mundo”. ¿Su objetivo? “Mantener la ocupación a la que 
vive sometida el pueblo palestino”. Los ejemplos servirían para componer la 
mejor historia del horror: “soldados camuflados que entran en los hogares 
palestinos para practicar detenciones; maltratos y muertes en los 
interrogatorios y en las prisiones; muerte de enfermos en las cárceles sin 
atención médica; juicios militares sin ninguna garantía y detenciones 
administrativas, sin que se conozcan los motivos, que pueden durar una década y 
se aplican incluso a niños de 11 años”. 
El trato a los menores da para otro capítulo, ya que “se les juzga por tirar 
una piedra a un soldado israelí tal como si fueran adultos; también se les pega. 
Muchos de estos niños, cuando salen de la prisión, padecen trastornos 
psicológicos”. Se viola el derecho internacional. Pero impunemente. En los 
interrogatorios también se somete a las mujeres a condiciones muy duras, que 
incluyen humillaciones y amenazas para lograr que confiesen. 
Issa Qaraqe denuncia situaciones casi rocambolescas, difíciles de encontrar 
incluso en la ficción. Por ejemplo, cuando fuerzas de élite adecuadamente 
entrenadas y pertrechadas de armamento entran en las celdas con bombas 
lacrimógenas y pelotas de goma. “Muchas personas han muerto tras estas brutales 
incursiones”. ¿Conoce estos casos la opinión pública? “El Canal 10 de la 
Televisión israelí emitió imágenes de cómo estos cuerpos cualificados penetraron 
en tiendas de campaña a modo de prisiones; pero no ha habido ningún juicio”, 
responde el ministro. 
La atención médica en las prisiones de Israel es, en muchos casos, pura 
ilusión. Según Issa Qaraqe, “muchos de los presos enfermos llegan a morir”. 
Relata uno de los últimos casos, el de un prisionero de Nablus, que sufrió 
previamente una detención administrativa sin cargos. Llegó a enfermar del riñón 
tras la detención. “Pedimos que se le atendiera; acudimos a Cruz Roja y a los 
organismos internacionales. Sólo le liberaron, demasiado tarde, cuando se 
complicó su situación médica. Tras entrar una semana en coma, falleció. Hay así 
muchos casos”. 
También hay ejemplos de “asesinados” mientras mantenían una huelga de hambre 
en la cárcel, y que “luchaban para mejorar sus condiciones de vida”. “Estos 
compañeros en concreto murieron ahogados cuando se les suministraba alimento a 
la fuerza, mediante tubos”. “Yo estuve en la cárcel y allí vemos cosas 
espantosas”, explica el ministro. 
En fin, los presos palestinos en Israel 
son “como entidades sin vida ni derechos”. Así se entiende la incomunicación a 
la que se ven sometidos muchos de ellos. “En celdas pequeñas y oscuras, uno 
puede estar diez años solo hasta enloquecer. Sin recibir visitas de familiares 
ni periódicos, la celda es como una tumba. Este régimen se aplica sobre todo a 
los activistas y a quienes Israel considera un peligro”, explica Qaraqe. 
¿Y a quienes considera Israel peligrosos? Apunta el gobernante palestino que 
a todos aquellos que se levanten o puedan hacerlo contra la ocupación. “Los 
considera terroristas, que merecen cárcel o muerte”. Por supuesto, agrega el 
ministro, se trata de “luchadores por la libertad o prisioneros de guerra”. 
Estos hechos, de crudeza ilimitada, no se desencadenan sin más ni de manera 
caprichosa. Hay un trasfondo sociológico que contribuye a explicarlos. Según 
Issa Qaraqe, “los israelíes han sido educados en el odio y el desprecio hacia el 
pueblo palestino; en los libros de textos para escolares se enseña que somos 
demonios y terroristas. Esos niños y niñas palestinos, en el futuro son 
soldados”. 
Israel, la gran cárcel. Una prisión que excede las rejas y los muros de los 
centros penitenciarios. Y se extiende por todo el territorio. “No podemos salir 
de nuestros pueblos sin la autorización de Israel; tampoco perforar un pozo de 
agua, ni recibir mercancías, ni pasar de un pueblo a otro sin pasar por un 
puesto de control; en Cisjordania nos levantamos todos los días y vemos un muro 
que tapa el sol; las colonias judías crecen día a día en nuestras tierras”, 
apunta el ministro para asuntos de presos. Añade que los niños “no pueden jugar 
en la calle ni vivir libremente”. 
Estos días, sin embargo, parece que se ha abierto una pequeña puerta de 
esperanza. Palestina ha obtenido el reconocimiento como miembro observador de 
Naciones Unidas, lo que Issa Qaraqe considera “un paso adelante”. Pero con 
muchos matices: “Israel es un estado militar que nunca hace caso al derecho 
internacional”, advierte. Recuerda que hay cientos de resoluciones de la ONU, 
desde hace 60 años, que han quedado en “papel mojado”, “sin que se produzcan 
cambios reales en la ocupación”. 
Por eso advierte frente a una ocupación teóricamente “de nuevo cuño” (en el 
fondo, “la de siempre”), pero con la que Israel evita que la comunidad 
internacional lo considere un país ocupante. “Nos permiten disponer de un 
gobierno, parlamento, bandera e himno, e incluso que se nos mande algo de 
dinero, pero todo ello bajo control de Israel”. Ahora bien, con un gran coste, 
remata Qaraque: “la libertad del pueblo palestino y los miles de desplazados de 
sus tierras”. En ese punto nos hallamos. 
El ministro insiste en que el estado de Israel no admite, bajo ningún 
concepto, la construcción de un estado palestino. “Sí una autonomía amplia, algo 
similar a un municipio grande, pero en ningún caso un estado”, matiza el 
representante de la Autoridad Palestina. Eso no significa minusvalorar los 
pequeños avances. La consideración de estado observador de la ONU implica “mayor 
margen de maniobra”. Acudir al Tribunal Penal Internacional, a las 
organizaciones internacionales y tratar de influir en las decisiones políticas 
de los países. En otras palabras, “aumentar las posibilidades de acción 
diplomática y política”. 
Pero Israel responde con el redoble de los asentamientos, la UE pone de 
manifiesto su división y el flamante Obama conserva su fidelidad al amigo 
sionista. La contienda se presume aún muy larga, pero las victorias se labran 
también con pequeños pasos que amplíen los márgenes de actuación política. 
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del 
autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para 
publicarlo en otras fuentes.
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