Hace 40 años y más, que la
crueldad del hambre es naturalizada y anestesiada. Y la crueldad de la
propaganda de alimentos riquísimos disfrutadas por crueles familias que nada
quieren saber del hambre. Cárcel con sentencia de cadena perpetua. Saben lo
que hacen y, por lo tanto, no pueden ser perdonados.
Por Alfredo Grande
(APe).- En varios espacios que
habito y en varios que sobrevivo escucho una reacción escandalizada ante lo que
definen como el auge de la crueldad y de los discursos de odio. Siempre que una
reacción es muy exagerada es una marca distintiva de lo que se denomina
“formación reactiva”. Por ejemplo: una desmesurada generosidad que
encubre un absoluto egoísmo. O el ángel pacifista que en realidad es un ángel
exterminador. No es el único ejemplo, pero vale recordar el Premio Nobel de la
Paz de 1973 otorgado a Henry Kissinger.
No sé si es mayoría, pero si sé
que no es nada silenciosa, que recién ahora descubre la crueldad y el odio.
Obviamente no definen que entienden por crueldad y habitualmente lo confunden
con violencia. Obviando que sólo la violencia puede enfrentar la crueldad. Para
no caer en lo mismo que cuestiono: la crueldad es la planificación
sistemática del sufrimiento.
En estas tierras por lo menos
desde el llamado en aras de un pacifismo imbécil, “descubrimiento de América”.
Que fue una cruzada evangelizadora y genocidio. Que actualmente continúa.
Niñas, niños, jóvenes, torturados, amputados, despojados de madres y padres,
reducidos a formas abyectas de servidumbre. La cruz que fue espada, espada que
fue cruz. Pero se aprendió a indultar atrocidades y asi estamos.
Hace 40 años y más, que la
crueldad del hambre es naturalizada y anestesiada. Y la crueldad de la
propaganda de alimentos riquísimos disfrutadas por crueles familias que nada
quieren saber del hambre. Cárcel con sentencia de cadena perpetua. Saben lo
que hacen y, por lo tanto, no pueden ser perdonados. Si el hambre es crueldad,
indignarse por la crueldad de estos tiempos, es por lo menos ingenuo. Por lo
más, es cómplice.
Como seguramente preguntaría mi
amigo Vicente Zito Lema: “¿Qué hiciste en los tiempos de la crueldad?” Muchas
veces potenciarla como hicieron las orgullosas democracias europeas que le
dieron carta blanca a la barbarie nazi. Y ahora a la barbarie del estado de
Israel. Y el progresismo que inventó el estado de bienestar para frenar al
comunismo, lo que logró varias décadas despues. Y nuestra versión del
capitalismo serio con derechos humanos. Paradoja que sostuvo el alucinatorio
político social. Ahora que asistimos al capitalismo más en serio sin derechos
humanos, inventan al anarco capitalismo. Todo sirve para las coartadas del
Estado Burgués.
Constitucionalmente la argentina
(o lo que de ella quede) sostiene el culto católico apostólico romano. No muy
diferente a las fuerzas del cielo hoy tan invocadas. El falso profeta exhibe
revelación y oculta apocalipsis. La revelación y la profecía tiene entre sus
temas principales la función de Jesucristo para llevar a efecto el plan de
Dios; la mano de Dios (quizá la de Maradona) en la historia de la tierra; la
segunda venida de Jesucristo y la destrucción del mal; y la promesa de que, con
el tiempo, la tierra llegará a ser celestial. El libro también explica que
habrá “una victoria permanente del bien sobre el mal, así como del reino de
Dios sobre los reinos de los hombres y del de Satanás”.
Pero puede fallar. Y falló. Es
buen antídoto leer la novela La rebelión de los ángeles, que
en 1914 publicó Anatole France. Novela crítica, paródica y
desternillante con la que Anatole France desmitifica la camarilla celeste y
deja a Dios, o el cargo de Dios, como el objeto de intrigas, ambiciones y
batallas entre espíritus celestiales que cada cierto tiempo (unos pocos miles
de años) cambia de manos según que bando resulte ganador de la refriega de
turno. En la actualidad de la cultura represora y el Estado de
Malestar ya no hay rebelión sino una humillante resignación. Producto del
negacionismo de la crueldad del sistema capitalista. Habrá otras sin duda. Pero
la del capitalismo es nuestra ya que la propiedad privada individual es nuestro
ángel exterminador y tiene rango constitucional.
Si la crueldad nos sorprendiera
menos, podríamos quizá combatirla mejor. Porque el hambre sigue siendo un
crimen, y un refinado acto de la más cobarde crueldad.
La patria es el otro. Un
otro, una otra con hambre. Encarcelado con sentencia firme a cadena perpetua.
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