Llegar al
déficit cero eliminado al consumo y a los consumidores, es fundamentalmente
cobarde. Porque disfraza un plan de exterminio con una política económica. No
es una cuestión de macro y micro. La macro son números, la micro son personas.
La política actual es la libertad de pisar minas personales y explotar o
quedarse inmóvil para que no exploten.
Por Alfredo Grande
(APe).- En un trabajo anterior me referí a la Hydra
de Lerna y a los trabajos para que el año 2025 tuviera algo de nuevo. “Lo nuevo del año
nuevo” refería que cortar cabezas de la Hydra no era
suficiente porque volvían a crecer.
Hoy voy a detenerme un poco en señalar que no todas
las cabezas son iguales. Eso dificulta el trabajo. Hay cabezas que pueden tener
algo de agradable. Otras son directamente repulsivas. Todas las cabezas buscan
el aniquilamiento, pero no de la misma manera. El resultado es que la Hydra
genera confusión. Al menos al principio. Podríamos denominar a este efecto
“confusión a primera vista”. Y a segunda y tercera, también.
La confusión es pésima consejera. Como decíamos en
el barrio: “de noche todos los gatos son pardos”. Y estamos en una larga noche
sin demasiadas perspectivas de un renacimiento. Si Franco (el generalísimo)
duró 40 años y dimitió por muerte, no hay razones para optimismos cualunques y
oportunismos bizarros.
Una de las cabezas de la Hydra es la cobardía. Es
más fácil hablar en Davos que en la villa 20/21 de la cual sólo saldría con un
operativo conjunto de la gendarmería, la marina, el comando de buzos tácticos y
el capitán América.
No es que la necesidad tenga cara de hereje. La
herejía es que haya necesidades básicas, totalmente básicas, insatisfechas.
Pero el hambre tampoco deja pensar. Y menos pensar críticamente. El hambre se
mantiene no solamente por sadismo de clase, sino porque es el mejor anestésico
a cualquier intento de pensamiento transformador. “Barriga llena. Corazón
contento” se decía en una época.
Pues bien, o, mejor dicho, pues mal. “Barriga
vacía. Corazón y cerebro destruido”. O sea, lo que se conoce como depresión.
Eufemismo lamentable. El hambre, las hambres, son armas de destrucción masiva
de efectos letales en varias generaciones. Por eso acopian alimentos y la
canasta de alimentos esenciales es inalcanzable.
Además de ser un crimen, el hambre es la
planificación del sometimiento.
No ingenuamente, el elenco gubernamental confunde
consumo con consumismo. Si la inflación se controla aplastando el consumo, es
como proponer ahorrar energía prendiendo velas. Que por otra parte cada vez
serán más caras. Lo que puedo decir es que además de muchas cosas, llegar al
déficit cero eliminado al consumo y a los consumidores, es muchas cosas.
Pero fundamentalmente es cobarde.
Porque disfraza un plan de exterminio con una
política económica.
No es una cuestión de macro y micro. La macro son
números, la micro son personas. La política actual es la libertad de
pisar minas personales y explotar o quedarse inmóvil para que no exploten.
Inmóviles nadie siente las cadenas, como ya enseñara Rosa Luxemburgo. Por el
momento, es eso. Pero va dejar de serlo y la marcha del sábado 1 es un
indicador alentador.
Ningún topo sale a la superficie. Y “el topo del
Estado” salió a la superficie. Un topo volador. Vuelo corto. Pero
dejemos al animalito y veamos que significa “topo” en la jerga de los
servicios. “Persona que se infiltra en una organización y actúa al
servicio de otros.” O sea: es un topo. Está
infiltrado. Ha usado votos circunstanciales para generar daños permanentes.
Cobardía plena. Y actúa al servicio de otros.
Otros que ni siquiera son personas, sino otros
Topos de corporaciones de Topos.
Topo cobarde. Refugiado en dos patos: la Bulrich y
el Donald.
La cobardía de Estado es una endemia.
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