En
Argentina, la mano dura contra la adolescencia y la niñez insisten en poblar
las cárceles con integrantes cada vez más chicos. Hace apenas unos días, la
Pastoral Social publicó un duro documento contra esa cruel cacería. En voces
que insisten en que hay otras formas de vivir donde lo humano sea la más
urgente de las utopías.
Por Carlos del Frade
(APe).- Había una vez en el sur del mundo, una tierra
en la que el calor, los ríos y la rebeldía de su gente, construyeron un nivel
de vida común donde las cosas que servían para existir se hacían entre ellos
sin depender de lo que venía de afuera.
En esa parte del cosmos, en tiempos sin
electricidad ni agua potable, las chicas y los chicos iban a la escuela y casi
no existía el analfabetismo al mismo tiempo que el pueblo seguía eligiendo el
guaraní como manera de hablar.
Fue entonces que semejante osadía trajo como
consecuencia la condena del imperio y tres títeres, vecinos de esos lugares de
felicidad indómita, se encargaron de desatar el ultraje y la masacre.
La historia oficial habló, desde entonces, de la
guerra de la triple alianza y también originó la especulación de cuántas
personas murieron y cuánto perdió Paraguay por aquella aventura de soberanía,
igualdad y proyecto de nación independiente.
En medio de tal cacería, el 16 de agosto de 1869,
en Acosta Ñú, veteranos de guerra del Brasil masacraron a un ejército de chicos
menores de quince años y cuando tomaron conciencia de la edad de los
resistentes, quemaron vivos a los pibes heridos que intentaban sobrevivir en un
hospital de campaña.
La guerra contra la pibada tiene esa fecha de
origen aunque quizás cada persona que lea estas líneas pueda ubicar el
principio de la persecución contra las chicas y los chicos en los textos
bíblicos u otras culturas.
Lo cierto es que en la Argentina que todavía se
llama así, la mano dura contra la adolescencia y la niñez insisten en poblar
las cárceles con integrantes cada vez más chicos.
Por eso es necesario resaltar las declaraciones de
la Comisión de Pastoral Social de la
Iglesia Argentina que salió al cruce de esta nueva cacería
de niñas, niños y adolescentes.
La comisión de Pastoral Social, que preside el
obispo de La Rioja, monseñor Dante Braida, expresó en la declaración que
“desde hace muchos años, la sociedad argentina viene padeciendo las
consecuencias de administraciones políticas que no han sido capaces de crear
una cultura del trabajo que incluyera a todos los habitantes y permitiera
a todas las familias vivir con dignidad y procurarse los bienes necesarios para
un auténtico desarrollo humano, laboral, social, económico y psicoactivo. Esto
ha provocado innumerables problemas, entre los que se encuentra la
inseguridad y la delincuencia juvenil”.
Al remitir a estadísticas oficiales del Sistema
Nacional de Información Criminal-Sistema Alerta Temprana del Ministerio de
Seguridad de la Nación, la declaración de Pastoral Social “advierte
que `los menores no son los que más delitos cometen` y que `los
menores inculpados por delitos conforman un porcentaje muy bajo del total`.
Indican, por ejemplo, que en los hechos de robos de automotores los
inculpados menores de 15 años fueron apenas el 4,74% del total y los
acusados de 16 y 17 años representaban el 8,75% en 2023. Y añaden que en los
homicidios dolosos los inculpados menores de 14 años fueron solo el
0,64% y los inculpados entre 15 y 19 años, el 13,12%”.
-Pero la realidad es más diversa y la problemática
de la delincuencia juvenil está atravesada por una enorme cantidad de
factores, que hacen necesarias las voces de especialistas como psicólogos,
psiquiatras, psicopedagogos y docentes. No aparecen con tanta frecuencia estas
opiniones calificadas en los debates mediáticos”, advierten los miembros de la
comisión episcopal…Cuando se escuchan estas voces, los abordajes más complejos
de la problemática, la propuesta de bajar la edad de imputabilidad no
parece ser la más razonable…Las drogas los están destruyendo y el consumo es
una de las principales causas de la violencia. La droga sigue penetrando
fácilmente en nuestros barrios y pueblos. Por ello, es necesario combatir el
narcotráfico. Pero de esto se habla poco…el narcotráfico viene ganando
territorio en nuestro país y ampliando sus negocios, dejando tiradas y
destruidas un montón de vidas y familias, particularmente a los jóvenes – dicen
los obispos.
En estas tierras de desmesuras, estas voces señalan
que existen otras formas de vivir donde lo humano, una vez más, sea la más
simple y la más urgente de las utopías.
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