La primera vez que vi a Bombita Rodriguez me deprimí. Pensé entonces que se tomaban para el churrete acaso la cosa que había encarado con más seriedad en mi vida. Luego me fui aflojando, y entendiendo que Pedro Saborido y Diego Capusotto no querían lapidar una experiencia como la de quienes en los primeros 70 pusimos el cuerpo y todo lo poco que teníamos en procura de una sociedad más justa y solidaria, dispuestos a disputarle el poder al imperio y sus cipayos o morir en la demanda, sino a satirizar en la búsqueda de un reagrupamiento de aquellas voluntades en torno a objetivos posibles tras aquella cruenta derrota.
Insólitamente, nunca había visto esta segunda parte de la historia del personaje que, veo, data de 2017. Supongo que habrá otros lectores que les habrá pasado lo mismo, a los que les digo que si se meten pasarán un rato muy divertido.
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