Una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Laborales del Conicet y la UNLa describe la situación de vulnerabilidad de las trabajadoras domésticas: el 27% no está cobrando nada y al 13% le pagan menos. A otras les adelantaron vacaciones o las recategorizaron. Contra esta realidad, muchas cobran la AUH y el 55% cobró el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), aunque un 15% dijo que no sabe cómo tramitarlo. El síndrome del empleador cínico: respeta la cuarentena con su familia, pero desprotege a su empleada.
Las trabajadoras de las casas particulares son sin dudas uno de los colectivos de trabajadores más vulnerables por su precariedad laboral. Y su situación se agudizó con la pandemia. Según un relevamiento de la Encuesta Permanente de Hogares de 2017, realizado por sociólogo Daniel Schteingart, el 97 por ciento del personal de servicio doméstico son mujeres. Si vamos al empleo total en Argentina, de los trabajadorxs registradxs el 8 por ciento son trabajadoras domésticas. Y si lo miramos desde el aspectoo de las mujeres que trabajan en blanco, el 17 por ciento son empleadas domésticas. El 75 por ciento de las trabajadoras domésticas están empleadas de manera informal; su salario es apenas el 44% del salario medio. Según los datos del Indec del tercer trimestre de 2017, en un año se crearon 192 mil puestos “cuentapropistas”, de los cuales 106 mil son no regulares y 94 mil registrados. El servicio doméstico tiene la tasa más alta de informalidad: 72,13%. 
Una encuesta a medida
Para saber cómo atraviesan las trabajadoras del servicio doméstico  la pandemia, investigadoras e investigadores del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL-CONICET) y del Programa de Salud, Subjetividad y Trabajo de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) diseñaron una encuesta para analizar la situación laboral de las trabajadoras de casas particulares en el contexto de aislamiento social preventivo y obligatorio. La encuesta se distribuyó a través de las redes sociales y por WhatsApp, y fue respondida de modo virtual por 635 personas, casi todas mujeres (99,4%). La mayor parte de las trabajadoras que respondieron la encuesta vive en la Provincia de Buenos Aires (67,2%) y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (11,2%). El 7,9% vive en la Región Noroeste (Jujuy, Salta, Tucumán y Santiago del Estero); el 5,8% en la Región Pampeana (Córdoba, Entre Ríos, La Pampa y Santa Fe); 3,6% en la Región de Cuyo (Mendoza, San Luis y San Juan); 2,7% en la Región Noreste (Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones) y 1,6% en la Región Patagónica (Chubut, Neuquén, Río Negro).
Las edades de las trabajadoras van de 20 a 71 años, aunque la mayoría se ubica entre 40 y 49 años (37.8%), y entre 30 a 39 años (27,4%). Las trabajadoras que tienen entre 20 y 29 años son el 8,9%, y las de 60 o más el 3,4%. Otros datos más: El 85,5 % tiene hijos/as, de los cuales 63,1% tienen edad escolar y  el 68,7% dijo no pertenecer a algún grupo de riesgo en relación con el Covid-19. 
Principales hallazgos
Verónica Casas, becaria del CEIL-CONICET y una de las investigadoras que realizó la encuesta, explicó a Nuestras Voces que “entre 5 y 6 de cada 10 trabajadoras vio empeorada su situación laboral a partir del aislamiento social preventivo y obligatorio, y quienes más vieron empeorada su situación son aquellas que no están registradas. Por otro lado, casi la mitad de las trabajadoras que respondieron no tiene ningún otro ingreso extra y fue muy recurrente que, en los comentarios vinculados a la situación laboral, las trabajadoras asociaran el ‘miedo’ con la posibilidad de perder el trabajo”. Otros hallazgos tienen que ver a las expresiones de “enojo, bronca o alusiones a lo injusto de las trabajadoras”, que suelen estar destinadas a los empleadores y empleadoras. Por otro lado, el 55,7% de las trabajadoras cobró el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) aunque un 15% no sabe cómo tramitarlo. 
Otros factores interesantes que se desprenden de la encuesta lo explica Casas: “El 77,9% de las trabajadoras que no asiste a trabajar dicen que tanto ellas como sus empleadores respetan el aislamiento social preventivo y obligatorio. Sin embargo, es preciso subrayar que esto no significa que cumplan con el pago del salario”. Es llamativo: El 3,5% fueron despedidas;  al 20.2% no le pagan, que se debe sumar al 7.1% que no sabe o no le informaron si le pagarán; Al 13.1% le pagan menos; al 6,6% algunos empleadores le pagan y otra no; . El 0.6% no va a trabajar porque le adelantaron las vacaciones y al 3,6 % le cambiaron la categoría durante la cuarentena. Según Casas: “La pandemia puso sobre la mesa las desigualdades que existen en nuestra sociedad, y que se agudizan cuando hablamos del sector de las trabajadoras domésticas, históricamente invisibilizadas, precarizadas y con bajos salarios.  Con la encuesta quisimos mostrar con números esas experiencias que vienen  denunciando las trabajadoras. Al hablar con ellas o ver sus comentarios en los grupos, hay mucha incertidumbre, bronca y miedo a perder el trabajo. Hace poco una comentaba respecto a los empleadores ´somos seres reemplazables´. Esto no puede pasar. Me parece que hay que poder dejar en claro que es una actividad laboral como tantas otras, que merece derechos y un trato digno. Y si bien es un sector en el cual es difícil el control, por el gran procentaje de informalidad, es imperioso que el Estado fortalezca  los mecanismos para que los empleadores no cometan los abusos que se muestran en el informe”. Y concluye: “según los datos que levantamos de la encuestas muchas cobran la AUH, un poco más de la mitad cobró el IFE, pero no es suficiente si tenemos en cuenta las condiciones completamente desiguales en las que viven las trabajadoras y que hoy con la pandemia empeoraron. Y a su vez, hay que visibilizar e informar por todas las vías posibles, ya que hay mucha desinformación sobre los permisos, los derechos laborales y un gran etcétera del que muchas veces se agarran los empleadores para no pagar, hacer que vayan a trabajar igual, entre otras cosas”.