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"La Maldita Máquina de Matar" Pinchevsky/ Medina

domingo, junio 28, 2020

¡Nene Malo!

FEINMANN, EL MALO atrae maldiciones: ¡Que mal rayo lo parta!!

Feinmann El Malo compite por la pole position de la ultraderecha local con Baba Verde Etchecopar y el Leucocito mayor, abyecto mata rojos en su inútil pretensión de borrar que fue rosita emetepero. Feinmann El Malo espeta y esputa sin bozal que saldrá de su casa y volverá a ella cuando «me canten las pelotas» que, parece, se la pasan haciendo gorgoritos. Me lo imagino con un uniforme prusiano en una trinchera de la Gran Guerra Europea, tras la cual sobrevinieron las dos oleadas de la llamada «Gripe española» originada en Kansas. Si aquella horrorosa guerra de trincheras y gaseamientos masivos se cobró la vida de 20 millones de personas, la mayoría jóvenes en edad de procrear, la peste que sobrevino se llevó a no menos de 50 millones.
No me lo puedo imaginar siguiendo sus instintos suicidas y saliendo a mezclarse con la plebe en las devastadas capitales europeas. No me lo imagino en aquellas trincheras obedeciendo a su testosterona y haciendo caso omiso y dándole la espalda al oficial, su superior, que, de hacerlo, no vacilaría en vaciar sobre él el cargador de su pistola Maúser.
La circulación del virus semeja a la de los más mortíferos de aquellos gases letales: los inodoros. Trato de imaginarme a Feinmann sirviendo voluntariamente como aquellos canarios que los mineros bajaban a las minas de carbón para que les advirtieran con su desesperados trinos póstumos de la falta de oxígeno y la  presencia del grisú, ese gas letal, mezcla de metano, etano y dióxido de carbono. Trato de imaginarlo como voluntario, altruísta, y no puedo: De bajar a las simas de la mina tendria que ser atado como un matambre.
Como sucedía en la antigüedad con harta frecuencia, nuestra ciudad de la Santísima Trinidad está sitiada por un enemigo que quiere supimirmos. Nadie ignora que si las endebles murallas ceden y llegan hasta nosotros nos matarán y saquearan nuestros hogares. Que en ese caso lo mejor es que ocurra rápido, y que nuestros seres queridos puedan sobrevivirnos al precio que sea, pues todo quizá tenga remedio, excepto la muerte.
En esas circunstancias, Feinmann sería de los primeros de esos que en los momentos de mayor peligro plañen y aúllan «¡Nos van a matar!» minándole la moral a quienes resisten la lluvia de fuego; de los primeros que seguidamente propondrían airadamente negociar con el invasor, y por fin quienes se darían codazos con otros para ser los primeros en chuparle los escarpes a los vencedores, y en ayudarles a identificar y ejecutar a los indomables.
Pues bien, estamos en una metrópoli sitiada. Y Feinmann El Malo es un canalla que nos come la moral. Como Baba Verde, Pirincho y los leucocitos.
¡Que mal rayo los parta!
(Y por lo pronto, que Pirincho y Daniel Santoro El Malo vayan en cana).

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