Cuando los medios de comunicación hablan del “conflicto Mascardi”, nunca nos enteramos quiénes son los mapuche, cuáles son sus reivindicaciones y, mucho menos, cuáles son los intereses que los excluyen de la escena política, escribe el Grupo GEMAS. Ya sea los que defienden al gobierno como los que se oponen con ideologías racistas, solo están hablando de grietas, de agendas partidarias y de intereses inmobiliarios amenazados.
El “conflicto Mascardi” y la mirada racista sobre el pueblo Mapuche
Por Grupo GEMAS (Grupo de Estudio de Memorias Alterizadas y Subordinadas, San Carlos de Bariloche).
Los medios de comunicación y los funcionarios de gobierno hablan del “conflicto Mascardi”. Y con este nombre se nos viene a la mente una cadena de significaciones: incendios de propiedad privada, piedras, “falsos mapuches”, encapuchados, anarquistas, vecinos movilizados en contra de la violencia y a favor de la propiedad privada, Parques Nacionales como bien común y un enfrentamiento político con lenguaje “de grieta” entre la provincia de Río Negro y Nación. No es la primera vez que se instala un encadenamiento como este en la sociedad (por ejemplo, cuando la provincia de Chubut quería hacer un centro de esquí en el Cerro León, territorio de las comunidades Cañio y Ñiripil).
En este tipo de construcción dominante acerca de los “conflictos” nunca nos enteramos quiénes son los mapuche, cuáles son sus reivindicaciones y, mucho menos, cuáles son los intereses que los excluyen de la escena política. Deberíamos saber lo siguiente: cuando los medios de comunicación hablan del “conflicto Mascardi” –ya sea los que defienden al gobierno como los que se oponen con ideologías racistas—no están hablando del Pueblo Mapuche. Solo están hablando de grietas, de agendas partidarias y de intereses inmobiliarios amenazados.
Para poder desenmarañar esta información, quisiéramos compartir algunos puntos que no pueden ser olvidados a la hora de pensarnos ciudadanxs críticxs de los acontecimientos.
Las experiencias desiguales ante la justicia
La sociedad barilochense ya emitió un juicio, avalado por los medios y los discursos de distintos funcionarios: los mapuche incendiaron las cabañas de los alrededores y apedrean personas y autos que transitan la ruta 40, entre otras acciones irracionales. Pero la comunidad Lafken Winkul Mapuhace rato que viene denunciando públicamente que llegan autos o personas hasta la comunidad y disparan balas hacia sus lugares de residencia o que vieron pasar personas con bidones el día de dicho incendio. Es decir, que existe un gran montaje alrededor de los hechos.
En todo caso, y hasta que la justicia investigue, no nos olvidemos que la comunidad mapuche también está reclamando por la verdad. Solo que ese reclamo inicia algunos pasos atrás, porque primero deben confiar en el Estado –recordemos que prefectura asesinó por la espalda a Rafael Nahuel en su comunidad—y en que hay intención política de asegurar las condiciones de igualdad necesarias para que realmente haya justicia.
Incluso cuando llega un auto y empieza a disparar hacia la comunidad donde juegan varios niños y niñas… ¿A quién le van a hacer la denuncia? Para las comunidades mapuche de la zona no es un camino efectivo recurrir a la policía provincial. Es probable que una investigación seria y completa identifique distintos actores involucrados en el conflicto, diversos intereses, políticas poco transparentes (como por ejemplo, el hecho de que haya cabañas y otras infraestructuras en manos de privados en la jurisdicción de Parques Nacionales) y corrupciones en diferentes niveles del Estado.
Las imágenes racistas sobre los mapuche
Muchas de las imágenes prejuiciosas son producto de las malas intenciones, pero también del desconocimiento. Se dice que quienes integran la Lafken Winkul Mapuno son verdaderos mapuche porque vienen de los barrios pobres de Bariloche y porque usan capuchas. En contraposición se sostiene que el verdadero mapuche vive en la ruralidad y se comporta como pequeño productor o peón de campo, y que los auténticos reclamos son los que surgen de la problemáticas del campo.
Ahora bien, el Pueblo Mapuche ha sido desalojado y desplazado durante 140 años. Muchas familias mapuche viven en el campo, pero muchas otras viven en la ciudad. Por lo tanto, las trayectorias históricas y las experiencias de vida son diferentes, y no por eso unas formas de vida son más mapuche que otras. Como expresó uno de los integrantes de la comunidad, mientras dialogaban con funcionarios del gobierno nacional, si usan capuchas es porque están acostumbrados al maltrato público en una ciudad discriminadora. En definitiva, el Pueblo Mapuche es diverso, se encuentra en el campo y en la ciudad, así como también lo son sus historias, sus experiencias de vida y sus broncas.
La burla como discriminación
El Pueblo Mapuche utiliza una hermosa palabra para dar sentido al curso de su historia: “levantarse”. Se levanta una ceremonia, se levanta una autoridad ancestral, se levanta la lengua mapuche y se levanta un pueblo cuando se pone de pie. Con los años, las nuevas generaciones fueron tomando conciencia de sus historias, de los profundos y valiosos conocimientos de sus ancestros y de las filosofías de vida mapuche en torno al territorio. Las comunidades saben lo serio y delicado que es levantarse como machi y la necesidad de levantar un rewe ceremonial en un espacio fuera de la urbanidad. También saben de los compromisos y las alianzas que, en el transcurso de este proceso, se van sellando con las fuerzas del lugar.
Sin pretender explicar el entramado de conocimientos y saberes que están “levantando” las comunidades mapuche en la totalidad del Wallmapu, queremos subrayar otro concepto: “resguardo”. Desde la perspectiva mapuche, el territorio debe ser resguardado, por ejemplo de las empresas extractivas o de la expoliación del turismo. La primera alianza de la Lafken Winkul Mapues con las fuerzas del territorio (con el lago, los bosques, el cerro, los animales, las plantas, los arroyos, los menucos, etc.). Las recuperaciones territoriales del Pueblo Mapuche nunca estuvieron movilizadas por intereses inmobiliarios o por algún tipo de cálculo económico. En un contexto de pandemias, de desastres naturales, de medioambientes degradados… ¿no sería importante escuchar, conocer y aprender acerca de qué significa “resguardar” el territorio?
En contraposición, los comentarios en las redes o en los medios se burlan del rol de machi, de la importancia de soñar y de los procesos de “levantamiento”, al mismo tiempo que en torno a su figura crean “sombras” con “oscuros intereses”. Nos sorprende las pocas ganas de conocer al otro. Podríamos preguntarnos al menos por qué estxs niñxs, jóvenes, adultxs y ancianxs dedican su vida a una reivindicación colectiva.
¿Quiénes están armados? ¿Quiénes son peligrosos?
Pero hoy estamos escribiendo porque los últimos acontecimientos escalaron una gravedad inédita. Sabemos que los discursos racistas se fijan en formaciones discursivas y se encarnan en hechos, que habilitan escenarios políticos donde no todas las vidas valen lo mismo. Incluso, como está pasando en Bariloche, escenarios en los que la expresión “justicia por mano propia” habilita “matar mapuche”. Y también sabemos que en estas circunstancias hay que denunciar, parar la escalada y responsabilizar. El jueves 27 de agosto transcendieron localmente videos y mensajes que circulaban en las redes acerca de un grupo que se estaba armando para atacar a la comunidad Lafken Winkul Mapu. Este hecho es un síntoma de alarma, un quiebre, un límite. Todxs lxs ciudadanxs deberíamos compartir este mismo tope ¿Qué tipo de convivencias estamos construyendo?
Cosecha Roja es la Red Latinoamericana de Periodistas Judiciales
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