Lo digo, repito y
reitero: es de agradecer que la gente de Comuna en general y Hugo Muleiro en
particular se tomen el insalubre trabajo de revisar Clarín, La Nación e
Infobae, librándonos de tener que chapotear en los fétidos lodos que producen
los esbirros de Magnetto, Macri y las embajadas de Estados Unidos e Israel. Y
lo hacen con precisión, gracia y donaire. Gracias a ellos, mis mañanas, sobre
todo las de los domingos, cuando estoy en “El gato escaldado” son mucho más
gratas y diáfanas aunque llueva. Háganme caso: suscríbanse y líbrense de
chapotear en esos charcos sépticos.
Avance editorial hacia el extremismo

El gran momento político del
dispositivo opositor no alcanza para satisfacer a los sectores ultras que lo
dirigen. La muy previsible condena a Lázaro Báez es presentada apenas como un
paso intermedio, un eslabón necesario para el objetivo de fondo: Cristina
Kirchner en la guillotina, como lo escribe el domingo 28 La Nación, en perfecta
sincronización con el símbolo de las bolsas con cadáveres en la marcha de
Cambiemos del sábado.
Solo la sentencia contra el
empresario, que se pudo pronosticar el día en que se pusieron en marcha las
acciones contra él, fue capaz de interrumpir en Clarín, Infobae y La Nación
seis días consecutivos de primeras planas y primeros títulos dedicados a la
vacunación de privilegio en el Ministerio de Salud.
Varias notas de opinión vienen
reconociendo en estos medios que el Gobierno podrá fortalecerse con un avance
satisfactorio del plan de vacunación, con impacto electoral, y por eso
mantienen el despliegue contra la Provincia de Buenos Aires, para lo cual
coordinaron títulos el sábado, como estímulo para la finalmente magra
manifestación organizada por Juntos por el Cambio.
La vacunación de privilegio en el
Ministerio de Salud abonó pronósticos de caída, desarticulación, desánimo y,
otra vez, probable estallido del Frente de Todos, que es anhelado desde mayo de
2019, cuando se anunció la precandidatura de Alberto Fernández.
También previsible, Clarín contó el
lunes con la acostumbrada encuesta ad hoc, para hablar del derrumbe de la
imagen del Presidente. Los hechos en Salud comenzaron a conocerse el jueves, se
instalaron en tapas y zócalos el viernes. La empresa Management & Fit
encuestó supuestamente a 1.500 personas durante el sábado, procesó todas las
respuestas el domingo, con dibujitos incluidos, y todo quedó a disposición del
diario ese mismo día, para que fuera título grande el lunes. Una truchada
descomunal.
El martes el editor Abascal escribió
que “no termina la crisis” con la renuncia de González García. El mismo día
Letjman en Infobae culpa a Vizzotti, la nueva ministra, igual que Clarín el
miércoles, que fijó esta posición mediante nota tipeada por Roa, el chepibe del
empresario Aranda para conseguir una vacuna de privilegio. Abundaron, en toda
la semana, sucesivas “reconstrucciones” de los hechos en el Ministerio, un mero
ejercicio de repetición de lo ya publicado. La Nación comenzó uno de estos
sueltos con la declaración de Horacio Verbitsky el jueves 19 pero cortó el
audio para que no apareciera la mención del accionista de Clarín.
Pero hay advertencias en tono grave,
incluso con verbo bélico, dirigidas sobre todo al brazo partidario del
dispositivo opositor. Kirschbaum escribió el domingo que Juntos por el Cambio
está en una fiesta “demasiado prematura”. Ojo con un buen avance de la vacunación
y algunos signos de mejora económica, les avisa, porque “falta demasiado tiempo
para que las esquirlas de este escándalo sigan conmocionando al Gobierno como
ahora”.
Con esa misma matriz, pero más
despreocupado, Berensztein había escrito el viernes una suerte de sentencia
anticipada, con vigencia al menos hasta el día de la votación: lleguen las
vacunas que lleguen y se aplique como se apliquen, la política de salud gubernamental
es un desastre.
En un juego de alternancias habitual,
Clarín dedicó el título principal del sábado a combatir el plan de vacunación
del gobernador Kicillof. La Nación ubicó el mismo tema en segundo lugar. Para
apuntalar el imaginario de la clientela del diario, un tal Javier Fuego Simonet
escribió sobre “historias turbias en el conurbano”, mejor llamado África por su
compañero de redacción, Sirvén.
Fue también denodado el esfuerzo,
primero para ocultar y después para manipular la denuncia por el tráfico de
vacunas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a empresas privadas. La
presentación judicial en sí misma jamás fue publicada por estos medios: solo
tocaron el tema cuando Fernán Quirós hizo su defensa. El decidido avance hacia
el extremo ideológico opositor quedó estampado por Ernesto Tenembaun en Infobae
el domingo, cuando llama a estos hechos “campaña sucia” contra el siempre muy
blindado Rodríguez Larreta.
Ninguno de estos tres medios pudo
darle al acto opositor del sábado una gran envergadura aunque Clarín, pese a la
adhesión magra respecto de convocatorias anteriores, hizo el gran esfuerzo de
ponerlo como título principal de su portada.
Las bolsas negras como anhelo de
muerte para representantes del oficialismo constituyeron por cierto un problema
para el ejercicio habitual de presentar a Juntos por el Cambio y sus militantes
y adherentes como puros, blancos y angelicales ciudadanos republicanos, que
solo desean la concordia y son héroes y heroínas en la lucha por la tolerancia
y la convivencia pacífica.
Un hecho incómodo, una acción “polémica”, como la bautizó graciosamente
Infobae. Brutal y descarnado, olvidando esa simulación de un decir reflexivo y
atildado, el diario La Nación se identificó plenamente el domingo con esta
vocación de muerte y barbarie, en la nota política principal, firmada por
Morales Solá (foto
con el general Videla en Tucumán), quien suma el tema de vacunas de
privilegio al de la condena a Báez para afirmar: “Cristina Kirchner está
esperando la hora de su guillotina”.
Sin este extremismo, al menos por
esta vez, un Wiñazki el sábado y otro el domingo repitieron la fórmula en
Clarín: Ella está detrás y es la que sigue en la fila. Reforzaron así
despliegues que ambos diarios ya habían hecho. La sentencia a Báez es parte de
una “onda expansiva que golpea” a Cristina Kirchner, que está “cercada” o
“complicada”, dicen y repiten.
Como ocurrió ya infinidad de veces
con acusaciones, medidas procesales y todo tipo de decisiones de la justicia
colonizada por el dispositivo derechista, aparece en estas páginas lo que los
jueces dirán luego. Clarín publica el domingo que en los fundamentos del fallo
contra Báez, que no están publicados, dirán que los delitos atribuidos al
empresario tienen como responsable anterior a la ex Presidenta. Sus Señorías,
aliviadas, solo deben copiar y pegar.
Las bolsas negras con cadáveres y la
guillotina ante la que se babea Morales Solá quitan en cierta forma importancia
a otras acciones mediáticas de estos días, como una publicación de La Nación
que habla de crecimiento de desconfianza en el Gobierno e ilustra con una foto
de Alberto Fernández con frascos de vacunas en la mano. Es decir, también una
evocación de la muerte y una forma de combatir la inmunización.
O una de Clarín, firmada por Vexler,
quien tilda de “irregularidad” el propósito del Gobierno Nacional de avanzar
con la vacunación a docentes. Sí: es el mismo diario que publicó mil artículos
para reclamar la vuelta a las aulas.
Otra de La Nación, publicando otra
vez a Sarlo como estandarte de la “ética” nacional, a pesar de su acto en TN en
contra de la vacunación, del que después no se hizo responsable, con mucho
menos coraje republicano que el cantante El Dipy.
Rodríguez Yebra, en el mismo diario,
asume el domingo que el acto de Juntos por el Cambio tuvo pocos adherentes,
pero todo tiene una explicación PRO: “el enojo toca también a los que se
quedaron en casa”.
Aquello de las
clases presenciales mostró que la derecha le disputa al peronismo las banderas
y los símbolos. Ahora La Nación, en sábado y domingo, estrenó el uso de la
palabra “oligarquía” para referirse a los políticos en el Gobierno. La
ocurrencia es aplicada por dos columnistas. La estrategia de exterminar al
movimiento que ganó elecciones hace solo 16 meses incluye, también, su
lenguaje.
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