Revolución es hacer cada día de nuestro pequeño espacio, un lugar digno de habitar
"La Maldita Máquina de Matar" Pinchevsky/ Medina

martes, agosto 30, 2011

ALMA MILITANTE

Revolviendo papeles y trastos encontré esta entrevista hecha hace un par de años a una referente política de la resistencia obrera que, de una u otra manera,  propició esta democracia que tanto costó conseguir. No fue un encuentro pautado con antelación por eso, cabe destacarse la frescura y la naturalidad con que se dio el diálogo. Supongo que es un buen material para compartir y tener una idea cabal de aquella dirigencia que marcó el camino para las nuevas generaciones. Ejemplo vivo, Teresa, continúa consustanciada con el ideal primario de justicia y equidad que hizo grande al fenómeno de masas gestado en las entrañas mismas del latir obrero organizado. En tiempos en que muchos han tirado su honra a los chanchos por dinero, delatado, traicionado, vendido, resulta bueno echar un poco de aire fresco para oxigenar la memoria... Roque Paz.


La calera es una ciudad de 40.000 habitantes, distante a 30 kilómetros de Córdoba capital, que creció al ritmo de las máquinas trituradoras de roca y las explosiones de una cantera a cielo abierto. Posicionada estratégicamente a mitad de camino entre la capital  mediterránea y Villa Carlos Paz, se transformó en una plaza apetecible para ambiciosos emprendimientos inmobiliarios.
El viejo barrio obrero dispersado, a una y otra orilla del río Suquía, observa impertérrito las nuevas construcciones que le van cambiando la cara al paisaje, rescatándolo de un pasado marginado y combativo.
El reloj marca las 20:30 hs. de un domingo tan frío como introvertido, en donde la noche diáfana extiende su acolchado azulado sobre la serranía festoneada con las luces intrusas de los nuevos barrios que le han ganado la pulseada a la aridez de sus cumbres de piedra y espinillo.
Teresa es amable y enérgica en su trato. salta a la vista que es una mujer acostumbrada a liar en ámbitos hegemónicamente machistas. Es que a sus 72 años apabulla con su presencia militante. Teresa Ester Pino destila militancia por todos sus poros. Prueba de ello es su inclaudicable voluntad de servicio que se vio coronada al ser reelecta, por tercera vez consecutiva, presidenta del Centro de Pensionados y Jubilados de la Empresa Provincial de Energía de Córdoba.
Esta mujer, a la que le chisporrotean los ojos cuando habla de El Gringo, es parte de la historia que se generó en torno al mítico dirigente obrero. Fue parte de la lucha, del compromiso y de la mística combativa.
Presurosa acomoda los bártulos en un rincón del comedor y dispone las sillas para el diálogo.
"Disculpame la desprolijidad. Es que acabo de llegar de un viaje, pero bueno, acá estoy. Preguntá."


-   ¿Cómo fue qué llegó a conocer a Agustín Tosco?
-   Te cuento. Yo llegué a rendir pra trabajar en EPEC (Empresa Provincial de Energía de Córdoba) porque en esa época había una bolsa de trabajo para aquellos familiares de trabajadores de la empresa. Cuando mi suegro se jubila me llaman a rendir.
-   ¿Qué edad tenía cuando ingresó?
-   Veintiséis años. Soy perito mercantil y por entonces no existían tanto los contadores, y bueno, yo rendí para la Contaduría General de EPEC. Estando allí, todavía no tenía ni siquiera un mes de trabajo, cuando me manda a llamar Agustín Tosco para hablar conmigo.
-   ¿Usted militaba en algún partido? 
-    No, no. Yo era la tesorera del gremio de farmacias.
-   ¿Cómo fue ése primer contacto?
-  Agradable. Supuestamente, y como él era un gremialista que mantenía contactos con otros gremios, alguien le habrá hablado de mí. Yo no lo conocía a Agustín, no sabía quien era. "No importa él quiere hablar con usted. Vaya esta tarde, como a las cuatro...", me dijeron. Entonces fui. Me senté delante de él, me convidó un mate y le pregunté cuál era su interés, que no me conocía... bueno, y ahí empezó todo.
-   ¿Recuerda en qué época fue?
-   En el año '71. Más o menos en febrero o marzo del '71... Entonces me dice: " Usted no crea que yo no la conozco. Yo la conozco más de lo que usted se imagina. La mandé llamar porque necesito el apoyo de gente honesta". Porque él era lo más honesto en gremialismo que nunca hubo en la vida. Entonces le digo ¿para qué me quiere? "Mire, acá hay una cooperativa, se está hundiendo. necesitamos gente que esté dispuesta a colaborar, que sea honesta, por supuesto". Y así entré yo al gremio de Luz y Fuerza. Gratis, como se trabajaba en aquella época; porque en el fondo yo creo que los que hemos sido, y seguimos militando en el gremialismo, lo hacemos realmente de corazón, no cobramos nada. O sea, vamos gratis como lo hacía él, que dejaba sus horas... Después de conocerlo le pregunté a mi suegro como era el Gringo, porque mi suegro trabajaba para EPEC en los pueblos de Córdoba, y me contó que, mientras los demás dormían o se divertían, o salían a comer asado, el gringo leía. A veces eran las tres o cuatro de la mañana y él seguía leyendo, se seguía instruyendo. Era un tipo fenomenal. Así lo conocí yo a Agustín Tosco.
-   ¿Qué fue lo que más le impresionó de Tosco cuando lo vio por primera vez?
-   La mirada. Miraba de frente cuando hablaba. Sus manos. No sé, ¿engrasadas?
-   Podría decirse que es ahí cuando comienza su verdadera militancia.
-  Siempre se milita, por supuesto, en el gremio. Y nunca lo hice desde una ideología definida porque el Gringo nunca le preguntaba a nadie que ideología tenía. Él buscaba gente honesta y gente que defendiera el gremialismo por sobre todas las cosas, porque a los que se arrimaban por el interés propio él los echaba. Por aquel entonces uno iba al sindicato después de cumplida su jornada laboral. En eso el Gringo predicaba con el ejemplo. Siempre con su overol...
-   Eran épocas duras, ¿no?
-  Y peligrosas. Bueno, llegó la época de las "vacas muertas"- El día que cayó el sindicato se llevaron presos a todos los empleados de la cooperativa. También a los señores Carlos Bustos, Abel Cruz y a un tal Rodríguez, que eran compañeros míos en la comisión que habíamos formado. Bustos, que ya falleció, estuvo preso en la Alcaldía, acá en Córdoba. Cruz se desapareció para que no lo maten o lo metan preso. Rodríguez transó con los policías porque le convenía, y a mi no me llevaron en cana porque no me conocían, simplemente.
-   ¿Y Tosco?
-   Y, a Agustín Tosco lo protegió la gente, los compañeros de trabajo. Acá, en La Calera, estuvo resguardado en la casa de varios compañeros. Lo escondieron porque ya era demasiado lo que le habían hecho en Rawson...
-   ¿Qué le hicieron?
-  En el penal de Rawson le abrieron la puerta. Los milicos le abrieron la puerta de la celda para que se escapara, pero el Gringo no se movió de allí. Era tan inteligente que les dijo: "Yo no me voy a mover de acá". Así que no tuvieron la oportunidad de matarlo por la espalda...
-  ¿Qué pasó después?
-   Y, después vino la represalia. Fue tomado el sindicato y a todos los dirigentes se los llevaron a Córdoba. Pasaron unos cuantos días y tuve que dejar mi documento de identidad en la policía. me retuvieron el documento 48 horas para averiguar que ideología política tenía. Yo fui la primera que volvió al sindicato. Como yo no militaba porque tenía mis hijos chicos y nunca estuve ni de un lado ni de otro no me hicieron nada. Yo simplemente trabajaba gremialmente.
-  Y Tosco, ¿nunca más volvió al sindicato?
-  El Gringo tenía donde esconderse. A ver; durante la época de la persecución lo escondíamos nosotros. Porque Carlos Bustos, que era el presidente de la cooperativa, le dio la licencia y se hizo cargo porque era el Jefe de Personal, por eso le dio la licencia al Gringo. Para que no lo encontraran, no lo agarren y no se lo lleven. Después lo echaron y para que se pudiera mantener, porque ya estaba enfermo, después de la golpiza de Rawson, nosotros aportábamos. hacíamos una "vaquita" para que él tuviera todo lo que necesitaba. Pero al que juntaba la plata nadie decía quien era porque estábamos perseguidos por gente que trabajaba dentro de la misma EPEC.
-   ¿Infiltrados?
-   Infiltrados que eran compañeros, a lo mejor del trabajo, y que eran pagados por los milicos para que, bueno, para que dijeran quienes eran los que apoyaban al Gringo.
-   ¿Qué se sabía de su enfermedad?
-   Y bueno, cuando él estuvo en Rawson, ¿no cierto?, lo golpearon tanto que quedó estropeado,
-   O sea que eso contribuyó, en gran medida, a que no retornara al sindicato.
-   En parte. El Gringo militó desde otros lugares, desde la clandestinidad. Desde el gremio de la Madera. Desde el gremio del Periodismo. O sea, había otros lugares para juntarse. Él dirigía desde afuera. Y bueno, después pasó que yo trabajaba en ese entonces en la calle General Paz 374 y un día, cuando salíamos a eso de la una y media de trabajar, veníamos caminando por la calle Gral. Paz, a media cuadra de Santa Rosa, cuando vimos que se bajan cuatro tipos de un Falcon y lo raptan a este chico... hummm... ahora se me chispoteó el nombre... Del gremio nuestro se perdieron unos cuantos. A Vives lo sacaron del trabajo, el chico no apareció nunca, pero nunca más. Ni se sabe donde están sus huesos. A Tomás Litofino (sic), que trabajaba en la tesorería, lo raptaron, De él tampoco se supo nunca más donde fueron a parar sus huesos. Su esposa fue compañera mía de trabajo. Dalinda Olmos de Litofino...
-   Perdón. ¿Recuerda usted quién estaba al mando de la represión en aquel momento?
-   Navarro. Fue cuando vino el "Navarrazo".
-   ¿Policía o militar?   
-   Policía. Pero la policía era mandada por los milicos.
-   ¿Qué cargo tenía?
-   Y, era el Jefe de la Policía de Córdoba.
-   ¿Era jodido?
-   Sí, hacía desaparecer a la gente como cualquier cosa. A veces desaparecía gente que no tenía nada que ver.
-   Volviendo a Agustín Tosco, ¿qué recuerdo guarda de él?
-  Lo que yo puedo destacar de el Gringo es su tremenda hosnestidad, su trayectoria. Un gremialista honesto, un gremialista al que no le gustaba coaccionar a nadie. escuchaba todas las ideas por más que no coincidieran con las de él. te dejaba expresar, y en el grupo de él había peronistas, había radicales, había socialistas... era muy amplio.
-   ¿Cómo se enteró usted de su muerte?
-   ¡Cómo no nos íbamos a enterar!. Yo fui escolta en el velorio de Agustín Tosco. teníamos dos horas como gremialistas. Dos horas para acompañar el cajón de Tosco.
-   Me refiero a si se enteró por boca de terceros o si estuvo en el momento en que ocurrió su deceso?
-  No, yo no estuve en ese momento. El que estuvo fue el ex presidente Illia que fue quien lo atendió mientras estaba en la clandestinidad.
-   Cuénteme, Teresa. ¿Cómo estaba compuesta la familia de Tosco?
-    Tenía esposa y dos hijos, y a su madre... no me acuerdo bien si era de Moldes su madre. Sí, creo que era de Coronel Moldes... la casa del matrimonio Tosco quedaba en el barrio Los Naranjos, cerca de la ruta 20. Ahí vivían sus esposa y sus dos hijos. En la actualidad uno de sus hijos es Jefe del Centro de Cómputos de EPEC. Yo lo veo siempre y conversamos de su padre cuando nos cruzamos... Vos sabés ¿cuánto te podrías haber llevado de acá? - me dice - Porque yo conozco a mucha que lo escondió al Gringo en su casa. Acá en La Calera. La Calera fue un bastión de la resistencia. Como lo fueron Vives, Brizuela, que son nuestros desparecidos. Cafaratti, que es el chico que no recordaba su nombre. ¡Qué me lo robaron a diez metros de mi cara! No pudimos hacer nada porque se bajaron cuatro matones de un falcon con una recortada y lo subieron al auto, y nunca más lo vimos. Un chango joven. Yo estaba detrás de él, veníamos saliendo de trabajar todos. En pleno centro de la ciudad de Córdoba... Como también el caso de Susana Funes, que la llevaron presa y la tuvieron encerrada en una jaula de madera en Buenos Aires en donde  comía, dormía  y defecaba. Pobrecita, cuando salió duró poco tiempo y se nos murió. ¿Por qué le hicieron éso?¿Por qué fue, en cierto modo, la pareja de Tosco? Ella lo apoyaba en su lucha, ella lo apoyaba como persona... hummm... Algún día te voy a conseguir un libro del Gringo, yo lo tenía acá pero lo regalé. El hermano de Susana me prometió traerme las cartas que él le escribió.
-   ¿Hablamos de una pareja vinculada sentimentalmente?
-   Así es. Él tenía su familia, ¿no es cierto?. Bueno. Pero su familia mucho, en esa época, no lo entendió. Porque parecería ser que el líder gremialista tiene que andar solo. El Gringo no quería que su familia pagara por lo que él estaba haciendo, entonces se tuvo que alejar.
-   O sea que su familia pasó a ser el sindicato.
-   En gran medida porque todos nosotros  intentábamos contenerlo y ayudarlo. Y él, a su vez, hacía lo propio con cada uno de nosotros. Pero esa compañera, que fue compañera mía en el centro de cómputos, murió por todos los maltratos que le hicieron.  
-   Bueno, para ir terminando, Teresa, ¿Tosco pensó alguna vez en irse del país?
-   Podría haberlo hecho pero prefirió quedarse.
-   ¿Cuáles eran los síntomas de su enfermedad?
-   Fuertes dolores de cabeza y fiebre.
-   ¿Tenía, como dijeron, un tumor cerebral?
-  Hasta lo que yo sé, diría que no. Podría haberse salvado pero estaba muy deteriorado físicamente.
-   ¿Pensaba en la muerte?
-   Supongo que sí, como todos. Muchas veces dijo que si le pasaba algo quería que lo velasen en el sindicato.
-   ¿Recuerda cuándo lo velaron?
-  Como si fuera hoy. Lo velamos en la Asociación de Redes Cordobesas. En medio de un incesante desfile de trabajadores.
-   ¿Qué día?
-   El 6 de noviembre de 1975-


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