Revolución es hacer cada día de nuestro pequeño espacio, un lugar digno de habitar
"La Maldita Máquina de Matar" Pinchevsky/ Medina

martes, octubre 11, 2011

Novela "Una rosa para Junior" - (11) -


Ciudad del Este, Paraguay, marzo de 1995.

    La mañana, luminosa y cálida, le dolió en los ojos. Ella recurrió a los lentes oscuros para minimizar los efectos del sol que, a esa hora, comenzaba a hacerse sentir sobre toda criatura viviente. Apenas tuvo tiempo de probar el abundante desayuno que le habían acercado a la habitación. Un par de sorbos al café negro y al jugo de frutas recién exprimido. Y una sola tostada untada con dulce de mamón y manteca. Eran las siete y media cuando el teléfono sonó. Del otro lado, la voz del conserje le anunció que abajo la aguardaban los señores del día anterior. Previsor, el encargado de turno, había ordenado el desayuno para el cuarto. Una ducha rápida y el acondicionamiento del equipaje que fue alternando entre sorbos y mordiscos para ganar tiempo. Presurosa bajó con una tostada entre los dientes que no fue impedimento para dar muestras de agradecimiento y una buena propina al atento empleado.
     Divah vestía ropa clara y liviana con el agregado de un pañuelo negro sobre la cabeza para protegerse del sol. Al reconocer a los jóvenes intercambió un saludo parco y ascendió al Monza azul que la llevaría hasta el otro lado de la frontera.
     Todo el tiempo que duró el viaje hasta el primer control fronterizo lo pasó fumando y maravillándose por el fuerte contraste entre la tierra roja y el verde intenso de la selva. Hasta intercambió impresiones con los hijos de Amed en más de una oportunidad por mera curiosidad. Mostrándose fascinada ante la exuberancia de aquel paisaje. Pronto llegaron al paso.
-         Señorita, tenga a mano su pasaporte. Estamos por ingresar al lado argentino – le recomendó el conductor – Trate de mostrarse natural y nada ocurrirá.
-         Tú limítate a conducir y no me digas como debo comportarme. Soy una simple turista en viaje de placer… ¿correcto? – respondió sonriendo como si nada.
    El tránsito, de un lado a otro de la línea divisoria, circulaba con total normalidad. Media hora después los árabes la depositaban en la puerta de embarque del aeropuerto internacional de Iguazú. Antes de abordar la máquina de Aerolíneas Argentinas, el más locuaz de los árabes le confirmó que contaba con un límite de tiempo que no podría ser superior a dos semanas a partir de ese momento, y que la evacuación se realizaría por avión vía Rosario. Que ya conocería más detalles en los próximos días pero que no olvidara: dos semanas a partir de hoy en algún punto a confirmar de la ciudad santafecina. Ello le garantizaría un escape exitoso. Y que cualquier tipo de contratiempo conspiraría en su contra. Divah asintió con la cabeza en total acuerdo con lo manifestado. No podía quejarse era un buen margen de tiempo el que se le concedía.

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