1939 - Psicografía de Benjamín Solari Parravicini (1898-1974)
A lo largo de la historia de la humanidad han sucedido, y no con poca conmoción y consecuencias propias de un simbronazo de tremendas características, que con cierta periodicidad, casi cíclicas diríase; innumerables derrumbes, crisis terminales y desaparición de reinos, imperios, culturas y hasta civilizaciones enteras. Esto no es nuevo. Más bien se trata de un proceso lógico de crecimiento. Una herramienta que la necesidad ha puesto en manos de los hombres para acabar con el yugo que los somete y volver a comenzar. Barajar y dar de nuevo, en términos coloquiales.
Dejando de lado aquellas catástrofes de tipo ambientales o climáticas como podrían ser terremotos, diluvios, caídas de meteoritos, sequías, etc., sin lugar a dudas, las que más han aportado al avance de la humanidad a convertirse en la especie dominante (y más destructora) del planeta han sido, son y serán las guerras.
Así ha sido desde los tiempos bíblicos. Guerrear pueblo contra pueblo para asegurarse la subsistencia. Apoderarse del agua, los cultivos, el ganado, la tierra, la mano esclava y todo un conglomerado de excusas que, a la hora de ponerlas sobre la balanza, conformaban el pretexto ideal para exterminar al "enemigo" que les impedía, o les negaba, la posibilidad de desarrollarse como sociedad.
No hace falta remontarse hacia atrás para entender hacia donde apuntan los conflictos actuales y cuáles son los verdaderos motivos que hace que las naciones se destruyan entre sí. Está claro que el verdadero "enemigo" no está en los grupos rebeldes que alzan su voz contra los países dominantes y sus políticas de ahorcamiento financiero, ni sus políticas "de expansión comunistas", sino en las riquezas que los países desarrollados pretenden administrar para ellos. Y sólo para ellos.
No hace falta remontarse hacia atrás para entender hacia donde apuntan los conflictos actuales y cuáles son los verdaderos motivos que hace que las naciones se destruyan entre sí. Está claro que el verdadero "enemigo" no está en los grupos rebeldes que alzan su voz contra los países dominantes y sus políticas de ahorcamiento financiero, ni sus políticas "de expansión comunistas", sino en las riquezas que los países desarrollados pretenden administrar para ellos. Y sólo para ellos.
Bien podría decirse entonces que el modus operandi sigue siendo el mismo a través de los siglos: Invasión, ocupación, saqueo y exterminio. He aquí el ABC de la condición humana en su más perversa faceta. Los pilares con los que han sido erigidos los reinos y los imperios más poderosos de la tierra. Todos signados por el afán desmesurado de poder y riqueza; ejecutados por la más terrible maquinaria bélica (imprescindible para asegurarse el éxito) y la complicidad, cada vez más manifiesta, de ciertos actores vinculados al mundo de las finanzas, a la postre, los verdaderos impulsores de todo conflicto bélico. Lo que antes era impulsado por reyes, religiosos y soberanos hoy lo es por los banqueros, los políticos y los empresarios. Razones hay de sobra, según la mirada egoísta de esta raza de asesinos de escritorio.
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Mensaje oculto en billete de 20 dólares alusivo al derrumbe de las Torres gemelas. Centro financiero internacional. |
¿En qué se convertirán éstos gurúes de la gran apostasía internacional cuando sus suntuosas madrigueras de cemento y cristal caigan? ¿Y en que extrañas lenguas intentarán "vendernos" sus pócimas de bienestar hipotecado? ¿Qué formas adquirirán luego de la debacle? ¿Cuervos? ¿Ratas? ¿hienas? Vaya uno a saber. El tiempo, que es sabio y justo, nos dará las respuestas.
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