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"La Maldita Máquina de Matar" Pinchevsky/ Medina

lunes, diciembre 12, 2011

Dueños de la Historia y socios de Goldman Sachs

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No se equivocó Ana Jaramillo, rectora desde hace 15 años de la Universidad Nacional de Lanús, en llamar “Rodolfo Puigróss” a la biblioteca de esa casa de estudios. En su exilio mexicano, Jaramillo convivió con ese excelente intelectual y militante. Su contribución a la investigación histórica tiene un trabajo monumental: La historia crítica de los partidos políticos. Son tres volúmenes cuya primera edición es de 1956. Puigróss había sido echado de las filas del Partido Comunista por su adhesión al peronismo. Advierte, en el final de la introducción de esa obra: “Sólo cuando el marxismo y el nacionalismo coinciden (cuando el primero hace de la causa interna la base de los cambios sociales y el segundo comprende que la causa mundial de la liberación nacional de los pueblos y de la emancipación social del proletariado es la condición de nuestro desarrollo nacional), la victoria es inevitable”. Por desgracia, la caída del Muro de Berlín y la emergencia de los Estados Unidos como un imperio sin contrincantes desmintieron el optimismo de Puigróss y dejaron sin aliento a muchísimos militantes e intelectuales durante décadas. Sin embargo, la dictadura de los grandes bancos norteamericanos que pretenden disciplinar ahora a la Europa en crisis pone nuevamente sobre el tapete la necesidad de no perder de vista la naturaleza global de muchas de las luchas nacionales por la liberación de este capitalismo financiero en una etapa en la que necesita de los ejércitos de ocupación para lograr su cometido.
Los encendidos debates de estas semanas sobre la aparición del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego emergen en un momento en el que, desde muchos lugares, se desatan las luchas de calles. El fenómeno destacado e inesperado de este año que termina es la lucha de los pueblos árabes. El despertar de un espíritu latinoamericano en el continente no es ajeno a este fenómeno. Como tampoco lo son las reacciones populares en Europa.
Volviendo a las reacciones de los que se creen dueños de la historia argentina, tan enojados con Pacho O’Donnell y la creación del Instituto, conviene detenerse en quiénes son los propaladores de sus artículos y entrevistas por estos días. Los academicistas, con Luis Alberto Romero a la cabeza, están preocupados en mantener en caja de cristal aquello que llaman “investigación histórica”, para diferenciarlo de la “divulgación”. Más bien, se comportan como los anticuarios que regatean por mantener alto el precio de unos viejos blasones liberales. Quizá para los academicistas sea un dato despreciable el hecho de que Clarín, cuyas páginas se abrieron como nunca a este tema, tenga un accionista bastante incómodo como Goldman Sachs. Héctor Magnetto no quiere convertirse en curador de la obra de Bartolomé Mitre y de Ricardo Levene sino que, sencillamente, está alineado con sus socios internacionales.
Hay que salir un poco de la campana de cristal y tomar perspectiva. Goldman Sachs, en estos días, colocó sus alfiles en lugares claves. Silvio Berlusconi dejó su lugar a Mario Monti, un ¿ex? Goldman Sachs. El también italiano Mario Draghi, flamante presidente del Banco Central Europeo, es un ¿ex? Goldman Sachs. Peter Sutherland, presidente de Comité de los Juegos Olímpicos Londres 2012, es un ¿ex? Goldman Sachs. Lucas Papademos, primer ministro griego, presidió el Banco Central de su país entre 1994 y 2002, logrando la ayuda de Goldman Sachs para maquillar las cuentas nacionales y permitir el feroz endeudamiento helénico.
Esta antigua banca de inversión norteamericana, tenía al ¿ex? Goldman Sachs Henry Paulson al frente del Tesoro norteamericano cuando, en plena crisis de 2008, lograron la categoría de banca comercial (con la posibilidad de ampliar sus actividades financieras) y no ser sólo banca de inversión.
Quizá resulte irrelevante esta historia, desde la perspectiva de los dueños de la historia, pero deberían preguntarle a Héctor Magnetto cuándo fue que el monopolio incorporó al pulpo financiero. Si quieren ahorrarse la pregunta al CEO del grupo, lo pueden leer en muchos otros lugares.
En pocas palabras, para los dueños filo-radicales de la Historia es bueno que recuerden que Clarín alentó el desalojo anticipado de Raúl Alfonsín y que, inmediatamente, desde sus páginas se alentó la Ley de Reforma (desguace) del Estado que les permitió quedarse con Canal 13 por un precio irrisorio. Luego avanzaron con la televisión por cable, Internet y otras actividades hasta que, una década después, formaliza su sociedad con Goldman Sachs. Fue cuando se constituyó como sociedad anónima y el pulpo financiero blanqueó tener el 18 % de las acciones. Apenas tres años después, cuando Magnetto apoyó a Eduardo Duhalde, éste garantizó la Ley de Bienes Culturales, que restringe a un 30% la inversión extranjera en medios nacionales, obviando regular topes a la concentración de capitales argentinos. Todo armado a la medida de Goldman Sachs y Clarín. Todavía falta una investigación –si es que algún día la Justicia toma cartas en el asunto– en las oficinas del mayor estudio jurídico de las multinacionales, el Marval, O’Farrell & Mairal, donde deberían encontrarse las huellas de operaciones violatorias de los topes fijados después por la ley. Entre septiembre y diciembre de 1999, un grupo editorial de Hamburgo, Alemania, habría comprado la mayoría accionaria de esa sociedad anónima. Más de un centenar de abogados habrían puesto su sapiencia jurídica para la extranjerización de Clarín. Porque el dinero para la operación secreta llegaba, al menos en un porcentaje significativo, desde las Islas Caimán.
Es posible que esto no sea de interés de los academicistas, más ocupados en establecer protocolos de cómo deben hacerse las citas de los investigadores que de los contenidos, pero es un tema capital para quienes tienen una visión nacional y popular del pasado. Porque, por ejemplo, Goldman Sachs tiene mucho que ver con las petroleras interesadas en Malvinas.
Volviendo a Puiggróss, es muy significativa la frase que seleccionó la gente de la Universidad de Lanús, para la biblioteca que lleva su nombre: “En verdad, mi acción política, mi inspiración ideológica, son propias y el resultado de muchos años de luchas, de sacrificios y sobre todo, de meditación autocrítica. Tal vez si a algún exégeta o biógrafo se le ocurre en el futuro examinar mis treinta y seis libros, las cinco publicaciones que fundé y dirigí y mi evolución política, descubrirá que no me quedé estancado y que permanentemente traté de ver más claro en los destinos del hombre y en el porvenir de la Argentina”. Parece una buena advertencia para quienes, desde este flamante instituto, quieran estar a la altura de los que bucean en la historia para lograr un mejor futuro.
El Instituto de Historia Argentina y Americana Emilio Ravignani, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, no tiene una sola palabra sobre el aporte de Puigróss. Quizás haya que buscar la respuesta en que Puigróss fue rector de la UBA desde el 25 de mayo de 1973, puesto por Héctor J. Cámpora. Entre algunas novedades introducidas por su breve gestión estuvo la creación del Centro de Producción de Medicamentos de Base en la Facultad de Farmacia y Bioquímica y el de Erradicación de villas de emergencia en Arquitectura. No por casualidad, la UBA en ese período se llamó Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires.
Por último, unas palabras para los que se deleitan corriendo por supuesta izquierda. Puigróss termina el tercer tomo de la Historia crítica… con un texto firmado por la conducción del Partido Comunista el 21 de octubre de 1945 que tiene una consigna notable: “Perón es el enemigo número uno del pueblo argentino”. A continuación, Puigróss dice: “Toda la partidocracia se asoció en la prédica de esa campaña del peronismo azuzada desde Washington por Spruille Braden. Carentes de sensibilidad popular y enceguecidos por la fobia sectaria, los antiperonistas no imaginaban que su agresividad a las masas obreras sólo conseguía avivar en ellas el sentimiento nacionalista y la decisión de defender en todos los terrenos las conquistas sociales”.

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