Revolución es hacer cada día de nuestro pequeño espacio, un lugar digno de habitar
"La Maldita Máquina de Matar" Pinchevsky/ Medina

miércoles, diciembre 14, 2011

El bastión guaraní.



En el año del Bicentenario de Paraguay, una recorrida por su capital, donde lo antiguo y lo nuevo se conjugan para ofrecer cultura y entretenimiento. Además, todo el atractivo de la naturaleza a pocos kilómetros de la ciudad.

A orillas del río Paraguay, las calles guardan la historia que fundó el país. De esa Casa de la Independencia salieron el 14 de mayo de 1811 los hombres que terminarían con el gobierno español, para instaurar uno propio. En esas viviendas que aún hoy conservan los balcones y ventanas coloniales vivieron las familias influyentes, y en la Casa Cueto, joya de arquitectura francesa que sigue en pie, se escuchan historias, se recrean imágenes.

En mayo de este año Paraguay celebró su Bicentenario y comenzó una etapa revisionista, de búsqueda de la identidad, de "sacar para afuera" lo que estuvo guardado por tanto tiempo. En Asunción, las banderas todavía cuelgan en las vidrieras de los comercios, adornan monumentos, cruzan de una vereda a la otra.

Llamada "Madre de Ciudades", la capital es la ciudad más grande del país, la que concentra los organismos de gobierno en apenas unas cuadras de microcentro, la que posee el puerto que domina el tráfico comercial, en la que viven 2.3 millones de personas, el 70 por ciento de los cuales son jóvenes menores de 35 años.

Asunción es antigua y joven al mismo tiempo, y se ofrece así a quien llega a visitarla. El gris del microcentro contrasta con los barrios residenciales de las afueras. El Paseo de las Carmelitas concentra la movida nocturna, con bares y boliches que se llenan primero con los after office apenas termina la jornada laboral, después con los que buscan diversión pasada la medianoche. Los alrededores del hotel Sheraton agrupan las otras opciones de moda para salir a bailar. El barrio de Villamorra es tierra de embajadas diplomáticas y shoppings, boulevares con jacarandás que pintan las veredas y casas bajas con cuidados jardines.

No hay asunceno que no tenga su termo y mate para tomar tereré. Cebado con agua helada y hecho con una mezcla de hierbas como menta, cedrón y burrito, tienen una función terapéutica y refrescante a la vez. Por un lado, quien padezca algún malestar tendrá en los puestos callejeros de venta una combinación de yuyos listos para aliviarlo. Por otro, es una herramienta indispensable para hacer frente al calor abrasador que domina la ciudad en la mayor parte del año. El chipá (en la mayoría de los casos combinado con anís), la sopa paraguaya (pastel de maíz que poco tiene que ver con un caldo) y las frutas tropicales (mango, piña, mburucuyá) están presentes en las comidas típicas, junto a un asado o combinados en los platos de cocina internacional que ofrecen los múltiples hoteles cinco estrellas que hay en Asunción.

CIUDAD FUTBOLERA. Camisetas de Cerro Porteño, Nacional, Olimpia, algunas de la selección. La vestimenta deportiva se cuela en la cotidianidad asuncena y los puestos que venden pelotas, termos y banderines de los equipos copan las plazas. El Defensores del Chaco, estadio en el que juega "la Roja" y donde se hacen los recitales masivos, custodia la ciudad desde el barrio Sajonia.
A 30 minutos del centro de la ciudad, en las proximidades del aeropuerto internacional Silvio Petirossi, está el edificio sede de la Confederación Sudamericana de Fútbol. Frente a él, el Museo de la Conmebol exhibe los trofeos de los torneos por equipos del continente. Repasa la historia del Independiente del ’73-’74, el Boca de Bianchi, las Sudamericanas de Racing, Arsenal y Estudiantes. Devuelve a la gloria a los Maradona, Ronaldo, Valderrama, Chilavert, mediante el relato de Alberto Benítez, un guía sabelotodo que interpela la memoria de quienes recorren las instalaciones y sorprende con sus conocimientos.

Para quienes prefieren los deportes náuticos o el golf, el Yatch Club es la opción en las cercanías de la ciudad, con un campo de 18 hoyos en el que puede jugar incluso quien no esté asociado, y en donde se puede disfrutar del río frente a Clorinda, la ciudad argentina más cercana.

TERRITORIO VERDE. El Circuito de Oro es una de las opciones para sumergirse en la naturaleza e historia religiosa paraguaya, y acercarse al interior del país, en donde las leyendas, creencias y costumbres guaraníes se entrecruzan con las creencias católicas que trajeron a Yaguarón los franciscanos, que llevaron los jesuitas al sudeste del país. El templo de San Buenaventura, construido en el siglo XVIII es una imponente muestra del arte barroco franciscano-guaraní, y recorrerlo es un paso obligado para entender la historia del lugar.

La vegetación abundante y salvaje de la región aparece apenas unos kilómetros más adelante del recorrido por el Acceso Sur, en el departamento de Pyporé. Mbatoví, una eco-reserva protegida, permite contemplar los cerros de Paraguarí, y la flora y fauna presente en el lugar: serpientes, búhos, urutaú, orquídeas nativas, palmas, mburucuyá (la flor nacional).

El lago Ypacaraí, en la localidad de San Bernardino, es visitado por miles de jóvenes y familias en las vacaciones de verano (a falta de mar), y fuera de temporada se convierte en sitio de deportes náuticos, sobrevuelos en ultraliviano y tardes de desconexión frente al agua.

MANOS DEL PARAGUAY. La aguja entra y sale del bastidor llevando el hilo que dibujará el encaje. El ñandutí ("tela de araña" en voz guaraní) tiene sus orígenes en una leyenda guaraní y es símbolo de la ciudad de Itaguá. Realizado en exclusiva por las mujeres, son ellas también las que suelen usarlo como apliques en las ropas, como adorno en las casas o como carpetas y manteles para las mesas.

El mercado de Areguá ofrece otra de las artesanías típicas del país: la cerámica. Figuras humanas, vasijas, imágenes religiosas y distintos objetos se agolpan en los puestos del pueblo y son elaborados por familias que dedicaron su vida a la artesanía, como la alfarería Pérez Monge, en donde la madre y sus cuatro hijos varones trabajan frente al disco. La platería de Luque, localidad situada en el Gran Asunción, es otro de los trabajos manuales típicos del lugar.

El Museo del Barro, en el centro de la ciudad, agrupa objetos de las diferentes etapas del arte indígena del país, y también ofrece sus paredes a muestras de fotografías y pinturas que retratan el Paraguay contemporáneo.
Fuente: Revista 7 días.

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