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"La Maldita Máquina de Matar" Pinchevsky/ Medina

domingo, diciembre 04, 2011

Seymour Hersh, periodista de investigación





“La propaganda que sirvió para preparar la guerra de Irak está siendo reutilizada en Irán”, afirma el destacado periodista Seymour Hersh, quien a lo largo de cuatro décadas ha revelado la cara oculta de las guerras norteamericanas. “No hay pruebas de que haya instalaciones para construir una bomba atómica en Irán. Tienen instalaciones para enriquecer, pero no instalaciones separadas para construir una bomba”.

"Mientras Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá anuncian un conjunto coordinado de sanciones contra la industria del petróleo y petroquímica de Irán, el veterano periodista de investigación Seymour Hersh cuestiona el creciente consenso sobre el supuesto programa iraní de armas nucleares. La presión internacional ha ido en aumento contra Irán desde que la Agencia Internacional de Energía Atómica reveló en un informe las “posibles dimensiones militares” de las actividades nucleares de Irán, citando pruebas “creíbles” que “indican que Irán ha llevado a cabo actividades relacionadas con el desarrollo de un artefacto explosivo nuclear”. En su último artículo para el blog del The New Yorker, titulado Irán y el Oiea, Hersh afirma que el reciente informe es un “documento político”, no un estudio científico.
–Su último trabajo para el blog de The New Yorker, se titula Irán y el Oiea. Háblenos de lo que está pasando en Irán en lo que respecta al sector de la energía nuclear.
–Mire, he estado escribiendo sobre Irán y podría decirle que desde 2004, con George Bush, y su vicepresidente, Dick Cheney estaba particularmente preocupado por que hubiera centros secretos de construcción de un arma atómica, lo que es muy diferente al simple enriquecimiento. Tenemos enriquecimiento de uranio en Irán. Ellos mismos lo han reconocido, tienen inspectores allí, hay cámaras allí, etc. Irán es un país signatario del Tratado de No Proliferación y nadie los está acusando de hacer trampas. De hecho, ese último informe que tanto ha conmocionado a todos dice también que, una vez más, no han encontrado ninguna evidencia de que Irán esté desviando el uranio que está enriqueciendo. Y también que lo está enriqueciendo básicamente a niveles muy bajos para fines pacíficos, según dicen, un 3,8 por ciento. Así pues, hay un pequeño porcentaje enriquecido al 20 por ciento para uso médico, pero eso es bastante pequeño y también está bajo las cámaras, bajo inspección.
Algunas cosas son muy técnicas, muy secretas, pero le puedo asegurar que no hay muchas cosas que puedan hacerse en estos momentos en Irán sin que nos enteremos de alguna manera. No han encontrado nada. Nada. No hay evidencia alguna de armas. En otras palabras, no hay pruebas de que haya instalaciones para construir la bomba. Tienen instalaciones para enriquecer, pero no instalaciones separadas para construir una bomba. Esto es así, simplemente es un hecho. No lo hemos encontrado, si es que existe. Sigue siendo una fantasía.
–¿Qué novedades hay en el informe del Oiea?
–El gran cambio, en las últimas semanas, fue que el Oiea salió con un nuevo informe. Y no es un informe científico, es un documento político. Recoge muchas de las viejas acusaciones que se han hecho en los últimos años, acusaciones que fueron examinadas por el Oiea, bajo la dirección de Mohamed El-Baradei, que dirigió el Oiea durante 12 años, el egipcio que ganó un Premio Nobel de la Paz por su trabajo, alguien muy escéptico respecto a Irán al principio y que fue haciéndose menos escéptico a medida que Irán se fue abriendo más y más. Sin embargo, hay ahora un nuevo director del Oiea, un funcionario japonés llamado Amano, perteneciente a un partido japonés de derecha. Estoy seguro de que es un hombre honorable, que se cree lo que dice creer. Pero resulta que tenemos una serie de documentos que Wikileaks consiguió de la embajada estadounidense en Viena, informando de lo maravilloso que era que Amano estuviese allí. Estos documentos muestran que Amano ha prometido lealtad a Estados Unidos. Este nuevo informe no dice nada nuevo. Esto no lo digo yo. Está en el artículo que hice para el blog del New Yorker… tiene más información. Hablé con ex inspectores. Son voces distintas de las que se leen en el New York Times y el Washington Post. Hay otras personas de las que no se informa, que son mucho más escépticas sobre este informe pero que no los vemos en la cobertura de la noticia. Así que lo que estamos recibiendo, aquí en la prensa diaria mayoritaria, es una pequeñita porción del análisis de este informe. Hay un análisis completamente diferente, que se resume en estas palabras: muy poco de nuevo.
–Nos dice usted que no es información nueva. Que se trata de un nuevo jefe del Oiea, que es lo que hace la diferencia. ¿Puede hablarnos más sobre la infiltración de Estados Unidos en Irán, la vigilancia sobre Irán?
–Por supuesto. Por ejemplo, si había una instalación subterránea que pensábamos que era… en la que veíamos movimientos de excavación, en una zona de montaña, poníamos a lo largo de la carretera lo que aparentaban ser piedras. De hecho, eran sensores que podían medir el peso de los camiones que entraban y salían. Si un camión entraba ligero de peso y salía con carga se podía suponer que estaba saliendo con tierra, que estaban excavando. Hacíamos este tipo de control.
También hemos puesto todo tipo de contadores pasivos, de medidores de radiactividad. Uranio, incluso plutonio… la mayor parte del material que manejan es uranio enriquecido. No están fabricando plutonio. Sin embargo, se le puede seguir el rastro porque en un momento dado hay que moverlo. Cuando se saca y se transporta, se puede rastrear. Es fácil encontrar contadores Geiger, si se quiere, para usar ese término pasado de moda. Se puede medir la radiactividad y ver si hay aumento. En ocasiones, entrábamos en un edificio –nuestras tropas quiero decir, a veces incluso con estadounidenses–, un edificio en Teherán, donde se pensaba que había algo sospechoso en marcha, organizábamos un tumulto en la calle, mientras sacábamos unos cuantos ladrillos y colocábamos otros con un dispositivo de medición para ver si en ese edificio se estaba haciendo algún tipo de enriquecimiento que no conociéramos.
–Y también tenemos una capacidad increíble de buscar aberturas de ventilación desde el aire, desde los satélites. Si usted está construyendo una instalación subterránea, tiene que ventilarla. Tiene que conseguir que entre aire limpio. Que se elimine el aire contaminado y que entre aire fresco.
–Nada. No se encontró nada. Y lo más importante es que nosotros y el Oiea, incluso también este nuevo informe, afirmamos que si no se está desviando uranio, si no está desapareciendo uranio de los libros y se está transportándolo a escondidas a otro lugar a fin de construir la bomba –y en este sentido el Oiea es absolutamente categórico– todo lo que se está enriqueciendo, cualquiera que sea el porcentaje al que lo enriquezcan, está bajo la vigilancia de las cámaras y la inspección de los inspectores. Todo está abierto, en virtud del Tratado de Salvaguardia. Nadie está acusando a Irán de violar el Tratado. Sólo los acusan de hacer trampas al margen, o de que hay alguna prueba de que las están haciendo. Y no ha habido evidencia de un desvío. Así que si usted va a hacer una bomba, va a tener que traer el uranio de otro lugar. Y teniendo en cuenta el tipo de vigilancia que tenemos, esto va a ser difícil de conseguir, importarlo de un tercer país, traer el uranio y enriquecerlo, o traer uranio enriquecido. Es sólo una posibilidad remota.
Y lo que tenemos es, como ya he dicho, una especie de histeria, la misma que había sobre Irak que vuelve sobre Irán. Y esto no es un alegato en favor de Irán. Hay un montón de cosas que los iraníes hacen y que son inaceptables, la manera en que tratan a la disidencia, etc. etc. Así que sólo estoy hablando en el contexto de la paranoia que se está montando. Y en cuanto a las sanciones no van a dar resultado. Estamos ante un país que produce petróleo y gas, cada vez menos pero sigue habiendo mucho. Y tienen clientes en el Lejano Oriente. Los iraníes tienen compradores de su energía. Nosotros somos los perdedores en este asunto.
–¿Podemos comparar el gobierno de Obama con el de Bush en lo que respecta a Irán?
–No puedo encontrar una diferencia. Es lo mismo, un poco menos belicoso, pero lo mismo… Tengo razones para creer que, a diferencia de Bush, el presidente Obama está realmente preocupado por un ataque. No quiere que los israelíes bombardeen Irán. Ese es el tipo de discurso que hemos estado leyendo en la prensa últimamente.
Y hay nuevos artilugios, bombas de 14.000 kg, construidas por Boeing, creo. El problema es que la mayoría de las instalaciones de Irán, las que conocemos, como la central nuclear de Natanz, están a 20 o 25 metros bajo tierra. Y tendríamos que lanzar un montón de bombas para hacerle algún daño de consideración. Por supuesto que podríamos dañarlo, pero el costo a nivel internacional sería tremendo. La justificación para ir y bombardear es tan vaga y tan nimia. Se han hecho estudios que muestran que sería muy difícil hacer un daño significativo dada la profundidad de las instalaciones subterráneas.
–Bueno, pasemos a la respuesta de Israel al informe del Oiea. El ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, dijo en una entrevista con la CNN que ha llegado el momento para lidiar con Irán.
–Lo que me pone nervioso es que Barack y el premier Benjamín Netanyahu, estén de acuerdo en esto, y esto es preocupante porque, de nuevo, es un tema político. He hablado con gente de muy alto nivel en los servicios de inteligencia de Israel. Si te fijas, no se oye mucho sobre eso, pero el ex jefe del Mossad, Meir Dagan, que dejó su puesto –el hombre que orquestó los intentos de asesinato en Dubai, etc., es decir, no una paloma precisamente ha afirmado con toda vehemencia la locura que significa atacar Irán, con el argumento de que no está claro lo que tienen. Están sin duda muy lejos de la bomba. Israel ha estado diciendo desde hace 20 años que están a seis meses de fabricar una bomba.
Pero puedo asegurar que he hablado con altos funcionarios israelíes, que me han dicho, que están al corriente de que Irán, tal como informaron los servicios de inteligencia estadounidenses, creo que fue en 2007, en su informe National Intelligence Estimate (Estimación de inteligencia nacional - NIE), que Irán pretendió conseguir una bomba, digamos en 1987; pero de 1997 a 2003 nada de nada, según afirmó el NIE estadounidense en 2007, actualizado en 2011. Escribí sobre ello hace un año en The New Yorker, afirmando que Irán contempló la fabricación de una bomba, pero sabían que no podían emplearla como disuasión ante Estados Unidos o Israel. No son tontos. La sociedad persa tiene ya alrededor de veinte siglos. No nos pueden disuadir. Tenemos demasiadas bombas. Ellos pensaron que quizás podían disuadir a Irak. Pero después de nuestra invasión y ocupación de Irak en 2003 se detuvieron. Habían hecho algunos estudios. Estamos hablando de modelos de computadora, no de edificios. Sin duda, abrigaban la idea de conseguir una bomba o llegar al punto en pudieran fabricar una. Lo hicieron, pero se detuvieron en 2003.
Hasta ahí el consenso americano. Y los israelíes te dirán en privado, “Sí, estamos de acuerdo”. Abandonaron la mayor parte de su planificación, incluso sus estudios, en 2003. La posición israelí es que no se detuvieron porque vieran lo que hicimos en Irak, sino porque –según me dijo un general israelí– lo poco que nos llevó destruir Irak. Hicimos en tres semanas, lo que ellos no pudieron hacer en ocho años.
Si usted le pregunta a gente seria, israelíes inteligentes de los servicios secretos –y hay muchos– “¿De verdad cree que si consiguen la bomba –y no tienen una ahora– podrían atacar Tel Aviv?” La respuesta sería “¿Crees que están locos? Los incineraríamos. Por supuesto que no. Ellos llevan ahí 2.000 años. Eso no va a suceder”. Su temor es que les facilitasen la bomba a alguien más.
Pero hay un elemento de racionalidad de la comunidad de inteligencia israelí que no está siendo expresado por sus dirigentes políticos. Es la misma locura que tenemos aquí. Hay un elemento de racionalidad en nuestra comunidad de inteligencia que dice –en 2007 y lo ha dicho de nuevo el año pasado– que no tienen la bomba. No la están fabricando. Está en la NIE, 16 organismos de inteligencia están de acuerdo, 16 a cero en una votación interna; antes de eso, hicieron una actualización en el año 2011 del estudio de 2007 y llegaron al mismo lugar. No hay nada. Eso no quiere decir que no tengan sueños. Esto no significa que los científicos no hagan estudios informatizados. Esto no quiere decir que los físicos de la Universidad de Teherán no hagan lo que a los físicos les gusta hacer, escribir artículos y hacer estudios. Pero simplemente no hay evidencia de ningún esfuerzo sistemático para pasar del enriquecimiento de uranio a la fabricación de una bomba. Es un proceso enorme, difícil. Usted tiene que tomar un gas muy caliente y convertirlo en metal y luego hacer de él un núcleo. Y usted tiene que hacer eso por control remoto, ya que no hay manera de acercarse a estos materiales. Te mataría. Así son de radioactivos.

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