Por: Guillermo Gugliotti/Sudestada

Imágenes del documentalista rosarino por excelencia. Mario Piazza,
y una visita a su vida y a su visión: la del héroe singular que, alejándose de
los modelos establecidos del éxito, los denuncia, y que al amalgamar lo único y
lo cotidiano presenta su orgullosa proclama; la de haber descubierto para sí las
más valiosas resignificaciones del tiempo.
La imagen en la pantalla acusa un desfasaje, un destiempo. En la
pequeña e improvisada sala de cine, no del todo oscura, se observa la inmóvil
silueta de un puñado de concurrentes que intenta atender la trama, donde un
personaje se apresura y se desacelera alternativamente, indeciso, tratando de
capturar con su boca las palabras que él mismo está diciendo.
Promediaba el año 1974, y era un joven de 17 años, futuro
estudiante de ingeniería electrónica, hábil para las matemáticas, el que
manipulaba concentrado y calmo un ruidoso proyector de velocidad regulable, con
el fin de hacer coincidir la película con los sentidos. Había tomado la
filmadora Súper 8 de su padre y, grabando minuciosamente el audio por separado,
logrado finalmente algo mágico: componer un film, ese mismo que ahora exponía
por primera vez, levemente ansioso, intentando hacer coincidir su mirada de la
realidad con el sonido de su propio tiempo.
Hoy, a los 55 años, ese joven autodidacta que fue Mario Piazza se
convirtió en un valiosísimo referente para los realizadores argentinos y, sin
lugar a dudas, es el gran documentalista Rosarino.
¿Pero qué pasó en el medio? ¿Cómo transcurrió su camino este
rosarino-cineasta de raza? En esta entrevista, Mario Piazza nos acompaña en un
pequeño paseo por fragmentos de su vida y obra, y nos desafía a que ahora seamos
nosotros los que logremos hacer que las imágenes de su historia se apeguen al
ritmo pausado y preciso de su voz, mientras ésta nos explica: “Efectivamente, yo
creo que hay una analogía entre las formas de un cineasta en sus películas y su
forma de expresión verbal. Me gustaría ser más prolífico y también más locuaz.
Pero a la vez no quiero resignar una cierta profundidad en los filmes que haga.
Y eso demanda tiempo”.
Período heroico
-Todas las crónicas mencionan tu
nacimiento en Nueva York y tu llegada definitiva a Rosario a los diez meses de
edad. ¿Por qué naciste ahí, y por qué terminaste en Rosario?
A mi padre le salió en
1955, recién recibido como médico, una oportunidad de trabajo y desarrollo
profesional en un hospital de Nueva York. Todavía no estaba casado con mi madre.
De modo que se casaron medio “de apuro” y se fueron para esa ciudad. Allí fui
concebido y parido, como un rosarino exiliado desde el inicio. Y una cierta
sensación de “extranjeridad” me ha acompañado casi todo el tiempo, en casi todos
lados.
-En 1973 ganaste un premio
nacional en las Olimpíadas matemáticas. Siendo que fue tu primer amor, ¿por qué
la cambiaste por el cine? ¿Y cómo influyó la matemática en tus películas?
Estudié en Ciencias
Exactas (en la Universidad Nacional de Rosario) pero no completé la carrera. Al
principio tenía facilidad para las matemáticas y lo de la Olimpíada fue como un
juego, los desafíos que planteaban los problemas de la competencia eran ésos.
Pero la carrera no lo era, y en la medida en que avanzaba en los estudios cada
vez me costaba más y cada vez menos entendía para qué quería aprender lo que
estaba tratando de aprender. Ya había hecho mis primeros cortos y descubría mi
vocación por el lado del cine, aunque en ese momento no le llamase vocación.
Todavía no había escuelas de cine en Rosario ni en la provincia: la de Santa Fe
acababa de cerrar. Estábamos bajo dictadura y el clima era bastante cerrado.
Cuando cambiaron el plan de la carrera de Ingeniería y le agregaron un año,
abandoné los estudios para dedicarme al cine por la propia, lo que significó
poco menos que un salto al vacío.
Hoy ya ni me acuerdo cómo se resuelven una derivada o una
integral, cosas que en su momento sí las supe. Pero pienso que acaso haber
ejercitado la mente como para entender aquellas abstracciones puede haberme
ayudado para pensar las cosas de otra manera y acaso esto pueda haberme servido
en la realización de mis filmes.
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