Milei nos
atraviesa a todos. Pero no de la misma manera. Y muchas y muchos que dicen que
lo enfrentan, representan el miserable papel de sparrings con peleadas
arregladas, escribe Alfredo Grande. Y agrega: El experimento actual no es
para enterrar la política, sino para degollar las ideologías.
Por Alfredo Grande
(APe).- Parafraseando a Neruda, “puedo
escribir los textos más tristes esta tarde”. Lo que es peor, recordar
textos escritos hace años, escribir por ejemplo: “Yo tengo Menem”. La historia vuelve a
repetirse, pero en la singularidad que es la Argentina, siempre como tragedia.
Disculpá Carlos Marx, pero la segunda como comedia te la debo. Desde ya,
toda tragedia puede tener momentos reideros, pero el desenlace es siempre la
muerte. O varias muertes. Asistimos, al menos, a dos muertes: la de las
ideologías y la de los ideólogos.
El experimento actual no es para enterrar la
política, sino para degollar las ideologías. La reducción minimalista al
“defit/superávit fiscal”, la pornográfica distinción entre la macro y la micro
lo aseveran. Nueva versión de “estamos mal, pero vamos bien”. Murió
Araceli Julio, la cantante de Satélite Kingston que denunció la motosierra de
Milei en el acceso a medicamentos oncológicos. Tenía sólo 39 años. ¿El
diario hablaba de tí?. Como pasa con el frío, es muerte, pero también es
asesinato. Con alevosía, agravado por el vínculo, en concurso real. Ya
que parece que el escarmiento no va a tronar, al menos que truene el código
penal. Es posible que ya nunca podamos pisar las calles nuevamente, como canta
el gran Pablo Milanés, porque no lograremos que paguen su culpa los traidores.
El Senado quiere lavarse las manos. Y no digo las o
los senadores. No tengo el disgusto de conocerlos. Digo busca lavarse las manos
la lógica de la representación. O sea: ratificar que el pueblo no gobierna ni
delibera sino a través de sus representantes. Alguna vez propuse en un
acto de la CTA, que ese artículo debía ser subvertido: el
pueblo delibera y gobierno a pesar de sus representantes. Fracasé.
Una vez más. Por eso cuando no hay cláusulas indemnizatorias ante tanto daño
generado, imposible alegrarse por lo que es una curita en una
hemorragia masiva. O a lo mejor sí: una curita, más no una cura. Si
el remedio fue peor que la enfermedad, hay que cambiar el remedio, sin olvidar
la enfermedad. Si el remedio es el nuevo triunvirato de los pueblos (M
Kirchner, A Kiciloff y S Massa) no creo que la enfermedad se cure.
Las causas criminales con ropaje de seda jurídico
contra originarios forman parte de esa enfermedad. Queda claro que la
civilización es la expresión más alta de la barbarie. Infancias desamparadas,
vejeces maltratadas, disidencias arrasadas, son parte de esa enfermedad. Hay
una serie de Menem. Espero que alguien filme una serie de Norma Plá. Y espero
que no le den el protagónico a Yuyito.
Desconozco si Milei tiene un plan. De lo que estoy
seguro es que el Plan es Milei. O sea: la motosierra es solo destrucción.
No hay una sola motosierra que haya plantado árboles. Cuesta creer que Chico
Mendes y Milei tenga el mismo código genético. Lo voy a decir mejor, un poco
mejor. Lo único que tienen de mismo es el código genético. Lo demás es
ideología.
Milei nos atraviesa a todos. Pero no de la misma
manera. Y muchas y muchos que dicen que lo enfrentan, representan el miserable
papel de sparrings con peleadas arregladas.
Alguna vez escribí un aforismo: “mientras
el liberalismo llora, el capitalismo ríe”. Hoy ríen los tres: el
liberalismo, el capitalismo y el fascismo. Cada vez más agrietada esa risa,
cada vez más asustada. Pero aún ríen.
¿Podremos hacer tronar el escarmiento? Si alguna
vez escribí Yo tengo Menem, ahora escribo Yo tengo Milei.
Al menos lo sé. Y trabajo en eso.
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