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domingo, julio 13, 2025

Yo tengo Milei

 

Milei nos atraviesa a todos. Pero no de la misma manera. Y muchas y muchos que dicen que lo enfrentan, representan el miserable papel de sparrings con peleadas arregladas, escribe Alfredo Grande. Y agrega: El experimento actual no es para enterrar la política, sino para degollar las ideologías.


Por Alfredo Grande

(APe).- Parafraseando a Neruda, “puedo escribir los textos más tristes esta tarde”. Lo que es peor, recordar textos escritos hace años, escribir por ejemplo: “Yo tengo Menem”. La historia vuelve a repetirse, pero en la singularidad que es la Argentina, siempre como tragedia. Disculpá Carlos Marx, pero la segunda como comedia te la debo.  Desde ya, toda tragedia puede tener momentos reideros, pero el desenlace es siempre la muerte. O varias muertes. Asistimos, al menos, a dos muertes: la de las ideologías y la de los ideólogos.

El experimento actual no es para enterrar la política, sino para degollar las ideologías. La reducción minimalista al “defit/superávit fiscal”, la pornográfica distinción entre la macro y la micro lo aseveran. Nueva versión de “estamos mal, pero vamos bien”. Murió Araceli Julio, la cantante de Satélite Kingston que denunció la motosierra de Milei en el acceso a medicamentos oncológicos. Tenía sólo 39 años. ¿El diario hablaba de tí?. Como pasa con el frío, es muerte, pero también es asesinato. Con alevosía, agravado por el vínculo, en concurso real.  Ya que parece que el escarmiento no va a tronar, al menos que truene el código penal. Es posible que ya nunca podamos pisar las calles nuevamente, como canta el gran Pablo Milanés, porque no lograremos que paguen su culpa los traidores.

El Senado quiere lavarse las manos. Y no digo las o los senadores. No tengo el disgusto de conocerlos. Digo busca lavarse las manos la lógica de la representación. O sea: ratificar que el pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes.  Alguna vez propuse en un acto de la CTA, que ese artículo debía ser subvertido:  el pueblo delibera y gobierno a pesar de sus representantes. Fracasé. Una vez más. Por eso cuando no hay cláusulas indemnizatorias ante tanto daño generado, imposible alegrarse por lo que es una curita en una hemorragia masiva. O a lo mejor sí: una curita, más no una cura. Si el remedio fue peor que la enfermedad, hay que cambiar el remedio, sin olvidar la enfermedad. Si el remedio es el nuevo triunvirato de los pueblos (M Kirchner, A Kiciloff y S Massa) no creo que la enfermedad se cure.

Las causas criminales con ropaje de seda jurídico contra originarios forman parte de esa enfermedad. Queda claro que la civilización es la expresión más alta de la barbarie. Infancias desamparadas, vejeces maltratadas, disidencias arrasadas, son parte de esa enfermedad. Hay una serie de Menem. Espero que alguien filme una serie de Norma Plá. Y espero que no le den el protagónico a Yuyito.

Desconozco si Milei tiene un plan. De lo que estoy seguro es que el Plan es Milei. O sea: la motosierra es solo destrucción.  No hay una sola motosierra que haya plantado árboles. Cuesta creer que Chico Mendes y Milei tenga el mismo código genético. Lo voy a decir mejor, un poco mejor. Lo único que tienen de mismo es el código genético. Lo demás es ideología.

Milei nos atraviesa a todos. Pero no de la misma manera. Y muchas y muchos que dicen que lo enfrentan, representan el miserable papel de sparrings con peleadas arregladas.

Alguna vez escribí un aforismo: “mientras el liberalismo llora, el capitalismo ríe”. Hoy ríen los tres: el liberalismo, el capitalismo y el fascismo. Cada vez más agrietada esa risa, cada vez más asustada. Pero aún ríen.

¿Podremos hacer tronar el escarmiento? Si alguna vez escribí Yo tengo Menem, ahora escribo Yo tengo Milei. Al menos lo sé. Y trabajo en eso.

 

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