Mural de artista sirio en homenaje a Maradona.
Una reflexión que, desde el poeta cubano Luis Rogelio Nogueras y su poema Halt!, nos lleva al pasado y presente de los palestinos en la Franja de Gaza, y de Maradona pensando el mundo a Messi jugando a la pelota.
Por Adrián Desiderato*
(para La Tecl@ Eñe)
Hace 46 años (está fechado en Auschwitz-Cracovia, 21-10-79), el poeta cubano Luis Rogelio Nogueras (1945-1985) escribió su poema Halt!, que lleva este epígrafe: «La artillería israelí sigue cañoneando campamentos de refugiados palestinos en el sur del Líbano. (De la prensa)». En ese texto, Nogueras les recordaba a los judíos lo que les había pasado más de tres décadas antes con la Alemania de Hitler. Transcribimos el poema:
Recorro el camino que recorrieron 4.000.000 de espectros.
Bajo mis botas, en la mustia, helada tarde de otoño
cruje dolorosamente la grava.
Es Auschwitz, estigma en el rostro sufrido de nuestra época.
Y ante los edificios desiertos,
ante las cercas electrificadas,
ante los galpones que guardan toneladas de cabellera humana,
ante la herrumbrosa puerta del horno donde fueron incinerados
padres de otros hijos,
amigos de amigos desconocidos,
esposas, hermanos,
niños que, en el último instante,
envejecieron millones de años,
pienso en ustedes, judíos de Jerusalem y Jericó,
pienso en ustedes, hombres de la tierra de Sión,
que estupefactos, desnudos, ateridos,
cantaron la batikvab en las cámaras de gas;
pienso en ustedes y en vuestro largo y doloroso camino
desde las colinas de Judea
hasta los campos de concentración del III Reich.
Pienso en ustedes
y no acierto a comprender
cómo
olvidaron tan pronto
el vaho del infierno.

Daría a pensar, a la luz (a la sombra) del genocidio actual practicado por los israelíes sobre los palestinos en la Franja de Gaza, que Nogueras, desde hace 46 años, está escribiendo ese poema, recordándoles, a los judíos de hoy en los judíos de entonces, lo que les aconteció en el Holocausto, y anticipándoles, a los palestinos de entonces en los palestinos de hoy, lo que les pasaría con la Israel de Netanyahu. Está a la vista. De los que lo ven, en el mundo y acá, y de los que no lo quieren ver, acá y en el mundo. Hay quien advierte que ese poema preanunciaba también la Argentina del genocida Milei aliado a Netanyahu y verdugo de jubilados, personas con discapacidad, chicos y chicas con enfermedades complejas y trabajadores en conjunto. Sí, esa Argentina que en el ’45 había sido la del peronismo y en el ’69 fue la del Cordobazo, nada menos, olvidada «tan pronto del vaho del infierno» de la dictadura militar, la del eufemístico «Proceso de Reorganización Nacional» que en 1976 encabezaron Videla, Massera, Agosti, Martínez de Hoz y los empresarios que aplaudían ayer reconvertidos en los que aplauden hoy con sus posaderas calentando las sillas, por no decir los «bancos» (Macri, su reposera), y compartiendo tertulia con los menemitos clonados de Menem –el «Conam» (sí, con «m») de patillas– y con los sucedáneos de Alsogaray padre e hija –ella, la de las pieles; él, el de los inviernos– más los admiradores de Cavallo, de moda como ese peladito que huía en moto en la «hollywoludense» de narcotraficantes estrenada días pasados en las cadenas de cine con pochoclos. Nogueras sintetizó en Auschwitz su poema porque no le entraban en la data la ESMA, Chełmno, Club Atlético, Majdanek, El Campito, Bełzec, El Vesubio, Sobibor, La Perla, Treblinka, el Pozo de Banfield… ni este nuevo campo de concentración, tortura y exterminio de la Franja de Gaza que, dada su muerte prematura, no alcanzó a conocer.
Y hablando de poemas, quienes recorren librerías de viejos y aman los libros en papel, si andan, pese a la falta de divisas, con ganas de «hacer lío», como quería Francisco, y revolver estantes, mesas de saldos, mostradores, quizás encuentren, perdida entre ejemplares algo desvencijados o medio polvorientos, esa antología titulada Nada del otro mundo (Editorial Letras Cubanas, 1988) en la que está el poema, alertando, en lo que estaba pasando en 1979, sobre lo que había pasado entre 1933 y 1945 y continúa pasando en 2025 porque, como el Eclesiastés nunca se cansó de enseñar, «no hay nada nuevo bajo el sol». Ni el sol, sólo otra estrella en el Universo inmensurable. En éste, el nuestro, el de la Tierra, existen dos crepúsculos. No son iguales, pues en todo, hasta en las mitologías, incluso la del fútbol, predomina una escala de valores. Diego, por caso, «el 10» por excelencia, no era como es Lionel. Diego era «D10S». Lo mismo que Plisiétskaia, la bailarina rusa, no estaba sometido a la ley de la gravitación, sus desplazamientos eran mágicos, flotaba en el espacio, era etéreo, similar a las esencias, a diferencia del «Mesías», que también es imprevisible y no le falta magia, pero no flota en el espacio, su cuerpo pesa en una cancha, está sometido a leyes físicas, no es el caballo alado que conduce entre las nubes el carro celestial, sino el caballo terrenal que arrastra, como un carro, su esqueleto.
Decíamos, dos crepúsculos, los del globo terráqueo, ambos son rojos, pero uno da a la sombra y el otro da a la luz, como en la historia contemporánea se confrontan dos sistemas. Cuestión de vida o muerte. Parafraseando a Gramsci, se diría que, si uno no acaba de morir, el otro no acaba de nacer. Y aquí, hay que volver a Maradona. Cuando «el 10» ponía la pelota bajo la planta del pie, lo que hacía era pensar el mundo. Lo que hace Messi cuando la pisa, en cambio, es sólo jugar a la pelota. Por eso Diego supo siempre dónde quedan Villa Fiorito y Palestina, y Lionel necesita un GPS si le preguntan por la Franja de Gaza.
La gente, en general, cree que hay un solo crepúsculo, pero hay dos, como cuando se enfrentan dos equipos o se enfrentaban por la Copa Perón, en los Campeonatos Evita, La Patria Peronista versus La Patria Socialista. Diego jugaba en el que precede a la salida del sol, no el del atardecer.
*El escritor en su torre de marfil.
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