Por Alfredo Grande
(APe).- ¿Nos
importa lo que sucede en Nueva York? A mí al menos sí. Porque lo
tomo como un analizador histórico de que la derechización del planeta empieza a
mostrar algo de su propio declive. Quien lo hubiera dicho. Nadie.
Los acontecimientos no se anuncian. Suceden. Acontecimiento es
todo aquello que cambia el horizonte de lo posible. Lo que antes del
acontecimiento era imposible, deja de serlo y se torna factible.
Es posible que la cultura represora oculte muchos
acontecimientos para que nada cambie.
El acontecimiento se opone al denominado gatopardismo. Donde
todo cambia para que nada cambie. En el acontecimiento, todo cambia para
que todo cambie. El paradigma del acontecimiento es la Revolución. No en
vano la cultura represora se apoderó del término revolución para armar sus
estrategias reaccionarias. Pongo de ejemplo la Revolución Argentina, conducida
por el general Onganía, y su barbarie cursillista.
En esos tiempos no tan lejanos las derechas no contaban con el
sufragio como arma de las políticas reaccionarias. Ahora sí. Lo que al menos
para mí es evidencia de que las derechas han sabido legitimarse más que las
izquierdas. Tema que amerita no sólo un debate, sino algunas peleas.
En 1284 la ciudad de Hamelín estaba infestada de ratas.
Un buen día apareció un desconocido que ofreció sus servicios a los habitantes
del pueblo. A cambio de una recompensa, él les libraría de todas las ratas, a
lo que los aldeanos se comprometieron. Entonces el desconocido flautista empezó
a tocar su flauta, y todas las ratas salieron de sus cubiles y agujeros y
empezaron a caminar hacia donde sonaba la música. Una vez que todas las ratas
estuvieran reunidas en torno al flautista, éste empezó a caminar, y todas las
ratas le siguieron al sonido de la música. El flautista se dirigió hacia el río Weser y
las ratas, que iban tras él, perecieron ahogadas.
La invalorable ayuda de la Wiki, permite situar la validez del
analizador flautista. Las ratas se ahogaron, lo que no creo que sucede ahora, y
entonces aparecieron otras ratas, encabezas por el alcalde, que eran los que se
negaban a pagarle.
Zohran Mamdani ha tocado en su flauta melodías que parecían
olvidadas. En realidad, no estaban olvidadas. Pero sí reprimidas. El
efecto es similar.
El olvido es resultado de la represión. El flautista de
Nueva York lo ha posibilitado.
Al levantar las barreras del sentido común, el más reaccionario
de los sentidos, la memoria aparece y volveremos a pisar nuevamente lo que
fuera Santiago ensangrentado, como nos recuerda siempre Pablo Milanés. La
guerra cognitiva, como dice Karen Marón, sigue. Pero creo que es necesario no
dejar de registrar una batalla ganada. Y seguir explicando al pueblo que los
chicos siguen siendo del pueblo. Pero que deberán seguir a todos los
flautistas que siguen tocando las viejas melodías que siempre se cantaron.
No podemos decidir en dónde los flautistas comenzarán a tocar
las viejas melodías. Pero sí podemos decidir que esas melodías no sean
ocultadas nunca más. Lo que creo que importa no es dónde las flautas toquen,
sino recuperar las melodías que toquen. Si los designios de dios son
inescrutables, los designios de la revolución también lo son.
Nunca es como uno la piensa, pero no le demos tanta importancia
a cómo pensamos las cosas. Las cosas suceden, aunque no las pensemos. Y eso es
lo más parecido a un milagro. O sea; las cosas suceden aunque no las pensemos.
Y a ese milagro me entrego.
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