1. La “casta” son ellos
La Libertad Avanza (LLA) armó sus listas bonaerenses con casi un 50% de empleados públicos, provenientes en su mayoría de organismos como ANSES, PAMI y distintos ministerios del Ejecutivo nacional. Esto ocurre mientras el discurso oficial y militante insiste en una guerra total contra “la casta”, el empleo público improductivo, los ñoquis, y el gasto estatal.
No se trata de una anécdota. Es una contradicción estructural que derrumba el relato base: la motosierra es administrada por burócratas estatales reciclados en libertarios de ocasión.
Y es que, por ejemplo, el recientemente vaciado Instituto de Cultura del Chaco está lleno de bobólicos mileístas recalcitrantes ¿cómo entender a pendejos chetos que lanzan admoniciones terribles contra ñoquis, Estado y empleados públicos en sus asados y reuniones familiares dominicales? Los que no pudieron ubicarse en el Poder Judicial -sitio dilecto para ubicar hijos inútiles con título de grado que luego podrán acogerse a algún retiro voluntario- se ubican donde pueden. En el Instituto de Cultura, por ejemplo.
2. Milei–Caputo: performance mística para bobólicos
Mientras tanto, factos: el discurso de Papadas con Patas Javier Gerarda no es técnico, ni ideológico, ni político. Es religioso-pop, de Guerra Santa contra el Estado, elevado por obra y gracia de la infalibilidad que pareciera emerger de su sólo decir-imbeciloide, a categoría demoníaca. La motosierra es un símbolo, no una política. Milei no necesita coherencia: necesita enemigos.
Mientras denuncia “la casta” pone a su tropa a cobrar sueldos públicos, ubicar familiares y operadores en lugares clave del Estado. Lo hizo antes de ser gobierno (asesorías ficticias), lo hace hoy con nombre y apellido.
Caputo (el Caputito, no el usurero) es el verdadero operador. No cree en la política pública sino en el relato emocional. No le interesa la verdad, le interesa la intensidad del relato y su repetición viral. Que haya empleados públicos libertarios no es un problema si el meme de la casta sigue pegando. La realidad no importa si la estética del conflicto se sostiene.
El plan es claro: tomar el Estado para vaciarlo desde adentro, mientras se lo usa como botín. Tienen un Estado que odian, pero también usan como trampolín.
3. El ejército de bobólicos: devoción, cinismo, venganza gorila.
El votante medio de LLA se divide entre tres núcleos:
El devoto libertario: cree que esto es una etapa transitoria. Ve el uso del Estado como un mal menor para una causa mayor (destrucción del Estado). Justifica cada contradicción como táctica. No ve ñoquis libertarios, ve mártires del ajuste.
El cínico oportunista: sabe que todo es verso pero odia más a los progres que a los mentirosos. Le da igual si hay ñoquis si se “termina con los planes” si “no se gasta en cultura” si se aplasta a los sindicatos. Es la clase de mierda que pasa en asados, brindis y sitios varios por cool y relajado. Se las sabe todas. Supera la categoría de bobólico para erigirse en el peor de los malcogidos.
Por último, tenemos al votante vengativo: votó con rabia, con sed de castigo. Le da lo mismo si los candidatos son empleados públicos: quiere que el otro sufra, que “los zurdos se queden sin curro”. No necesita un gobierno eficiente: necesita un gobierno vengador. Este es el pelotudo de las tres empanadas de la película al que se refiere el personaje de Brandoni. Inabordable de tan imbécil, podría incluirse en esa categoría que los romanos llamaban “débil mental” para justificar la inhabilitación de ciertos derechos civiles para quienes padecieran este mal.
En general este electorado no castiga la incoherencia porque no espera coherencia. No votó ideas, votó resentimiento.
Como esos jubilados que votaron a Gerarda y ahora andan llorando o porque los cagaron a palos o porque no tienen para comprarse un remedio o una milanesa. A llorar a la llorería.
4. ¿Cómo sigue esto?
1. Captura total del Estado por operadores libertarios, PRO y ex massistas reciclados. Ya no hay discurso meritocrático: hay una red de favores y lealtades personales con Karina Milei y Sebastián Pareja como ejes. Se reparten organismos entre “soldados” y se montan campañas con recursos estatales.
2. Descomposición institucional con fachada de pureza. Javier Gerarda promete transparencia pero gobierna como una banda de ocupación. No hay planificación ni gestión pública: hay control comunicacional, show y represión.
3. Erosión del relato. Estas contradicciones, aunque hoy no duelan, van a ir minando la credibilidad del discurso libertario. El votante base no castiga ahora, pero la bomba de incoherencia acumulada va a explotar en cuanto el show se agote.
4. Estado en modo saqueo. Usan los recursos estatales como botín de guerra, mientras destruyen sus capacidades. Este modelo no construye nada sólo ocupa y erosiona. El resultado final será un Estado débil, loteado y sin legitimidad.
La Libertad Avanza llegó para destruir el Estado… desde el Estado. Prometieron barrer con la casta y se convirtieron en una versión más rústica, improvisada y vengativa de ella. Todo su discurso es un disfraz: detrás hay operadores, ñoquis, favores, listas armadas con oportunistas. La motosierra es un acting. El plan real es el saqueo.
Si la oposición no logra instalar un relato más potente que la farsa libertaria, la distopía se va a profundizar. Hijos de puta como Grabois, están ahí para contribuir a ello.
Y cuando el humo se disipe, lo que quede será pobreza, represión y un Estado quebrado, infiltrado por los mismos que juraron incendiarlo.
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