Un plan para liberar a los presos y a los que no están presos aún
Los medios llenaron páginas con el plan maléfico del gobierno para liberar 6000 presos de las cárceles argentinas. Violadores, femicidas, ladrones, secuestradores, presos políticos y todo tipo de delincuentes en breve andarán sueltos. Eso sí, en casa y con barbijo. Hay muchos mitos y algunas verdades. Acá te contamos algunos de ellos.
Por Cosecha Roja
Los medios llenaron páginas con el plan maléfico del gobierno para liberar 6000 presos de las cárceles argentinas. Violadores, femicidas, ladrones, secuestradores, presos políticos y todo tipo de delincuentes en breve andarán sueltos. Eso sí, en casa y con barbijo.
Hay muchos mitos y algunas verdades. Acá te contamos algunos de ellos.
1- Están liberando a cualquier preso
El juez de Casación bonaerense Víctor Violini avaló un habeas corpus colectivo que otorga la prisión domiciliaria a unos 2300 presos mayores de 65 años con problemas de salud muy precisos, mujeres con hijos pequeños y embarazadas. Al comienzo de la pandemia, el Servicio Penitenciario Bonaerense había mensurado su población vulnerable al coronavirus: 644 detenidos de más de 65 años y casi 2.500 enfermos con diversas patologías. 233 de ellos con tuberculosis. Otros 476 detenidos y detenidas padecían HIV. 54 madres con chicos y 22 embarazadas.
El fallo tiene 29 páginas y cita jurisprudencia local y mundial y desató múltiples interpretaciones.
Algunas coherentes: el miedo a que los convictos vuelvan a delinquir. Otras disparatadas: desde operaciones políticas a campañas de odio y el miedo. La senadora de Juntos por el Cambio Felicitas Beccar Varela dijo, por ejemplo, que “los presos liberados son futuras patrullas que amenazan jueces y que los largan para tomar tu capital”.
La Cámara Federal de Casación había recomendado hace dos semanas otorgar la prisión domiciliaria a presos no violentos para prevenir la propagación del coronavirus entre la población carcelaria, bajo los “mecanismos de control y monitoreo que estimen corresponder”, y sólo para casos de “prisión preventiva por delitos de escasa lesividad o no violentos, o que no representen un riesgo procesal significativo”.
La Defensoría General de la Nación recomendó a sus funcionarios renovar o instar “la agilización de los pedidos de libertad o morigeración de la situación de encierro” de los acusados que se encuentran detenidos “en situaciones específicas”, como presos incluidos en el grupo de riesgo y detenidos con prisión preventiva por delitos leves o no violentos, o que no representen un riesgo procesal significativo o cuando la duración de la detención cautelar haya superado los plazos previstos por ley.
2- El gobierno quiere liberarlos a todos
#NoLiberenALosPresos y #AlbertoLiberaVioladores fueron algunas de las tendencias en las redes sociales durante todo el miércoles y acompañaron a los títulos catástrofes de los medios de comunicación.
El presidente Alberto Fernández aclaró su postura a media tarde en un hilo de twitter: “La Argentina, como todo el mundo, enfrenta una pandemia de enormes proporciones. El riesgo de contagio se potencia en los lugares de mucha concentración humana por lo que las cárceles se convierten en un ámbito propicio para la expansión de la enfermedad”, dijo y citó a organizaciones internacionales como la Organización de Naciones Unidas o la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que “han formulado recomendaciones para evitar que el hacinamiento en las cárceles ponga en riesgo la vida de los reclusos”.
“En Argentina la solución del problema está en manos de los tribunales. Son los jueces naturales quienes, de considerarlo necesario, disponen libertades. Las cámaras de casación han hecho muy oportunas recomendaciones para hacer frente al problema”.
3- Liberan violadores
Ayer el juez Violini publicó un tweet donde sintetiza la medida que tomó: “El Habeas corpus colectivo que resolví no permite el arresto domiciliario de: delitos cometidos con armas, delitos de violencia de género, delitos de abuso sexual o delitos cometidos con violencia”.
Lo cierto es que también se conocieron casos de violadores que fueron trasladados a prisión domiciliaria.
Como el de Pedro Olmos, detenido en una comisaría de Lomas de Zamora por violar a una adolescente de 13 años, quien regresó a su casa con una tobillera. Según los informes que recibió el juez, además de tener 67 años, Olmos está postrado e inmovilizado: padece osteoporosis e hipertensión.
Otro caso es el de Carlos Rodrigo Oulier, de 39 años, en El dorado, Misiones, acusado de violar a su propio hijo. Oulier es asmático y en la Unidad Penal de esa localidad no hay médicos capacitados para atender esa patología. Ahora cumple la condena en su casa, con una tobillera electrónica.
En Florencio Varela, el juez Diego Agüero resolvió no liberar a ningún detenido en causas por delitos sexuales, violencia de género o intrafamiliar aunque argumenten que son pacientes de riesgo de Covid 19.
Los casos son analizados uno por uno por los jueces competentes y debiera ser responsabilidad del Estado no sólo controlar el cumplimiento de la prisión domiciliaria, sino proteger y preservar a las víctimas y a sus familiares.
La ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizábeth Gómez Alcorta, dijo a Radio 10: “Hay una preocupación genuina de muchísimas mujeres sobre el tema porque nos enteramos de que hay casos (de femicidas y violadores) que han liberado, pero es una responsabilidad del Poder Judicial, del juez. No estamos de acuerdo con las liberaciones vinculadas a violencia sexual, es una preocupación grave que tenemos”.
“Las cárceles tienen superpoblación, es un caldo de cultivo del virus. Adelantando a lo que podía suceder, hicimos saber la preocupación por las posibles liberaciones de detenidos y la mayoría de los superiores tribunales respondieron que habían prorrogado las medidas en estos casos”, agregó.
En las redes sociales, el ataque fue directo a los movimientos feministas, como si hasta ahora el castigo punitivo hubiera sido la solución contra la violencia machista y los femicidios.
4- Los largan y se van a delinquir
Ayer los medios de comunicación pusieron en primera plana el caso de un preso que supuestamente había sido liberado en el contexto de la pandemia y que volvieron a capturar por robar un kiosco. “Primeros resultados del plan para liberar presos”, tituló uno de ellos. Pero la realidad es que el hombre no había sido excarcelado por Coronavirus, sino por su estado de salud mental.
El debate siempre giró en torno a la palabra liberación. Y, en realidad, el arresto domiciliario no es igual a liberación. “Antes de mandar a un privado de la libertad con pulsera electrónica, un equipo técnico traza un cuadrante de los metros que tiene la casa o la habitación donde cumplirá el encierro. Si la tobillera sale de ese cuadrante se activa el sistema y suena una alarma en el equipo de monitoreo, que llama a la persona. La persona tiene que atender en el momento el teléfono. Si no lo atiende, lo va a buscar la policía. Se le termina el beneficio”, dijo a Cosecha Roja Concepción Palumbo, que coordina las salidas especiales del Patronato de Liberados, dependiente del Ministerio de Justicia.
Hay tobilleras con y sin GPS, aunque la mayoría de las que se usan son de este último grupo, lo que permite una mayor vigilancia en los casos excepcionales. Por ejemplo, si una embarazada tiene que ir a parir, si una persona tiene un ataque de epilepsia continuo o cualquier otro caso de fuerza mayor para salir del cuadrante. “En esos casos tiene que avisar al equipo de monitoreo y esperar la autorización para que la vayan a buscar y la lleven”, dijo Palumbo.
5- Y también liberan a prófugos recapturados
“Recuperamos 10 mil prófugos en cuatro años de gestión y ahora los liberan a todos” dijo la ex ministra de Seguridad Patricia Bullrich. Esta frase puede partirse en dos, el final es falso: el habeas corpus de Violini comprende a 2300 presos mayores de 65 años. Y el principio -“recuperamos 10 mil prófugos”- está basado en un informe elaborado por su gestión. Allí habla de la recaptura de “10.699 criminales” entre 2016 y 2019 sin aclarar cuando evadieron la justicia. Tampoco si eran mayores de 65 o grupo de riesgo porque, claro, no se conocía aún el coronavirus.
Como se dijo, entre los excarcelados no hay prófugos, sino detenidos por delitos no violentos, personas a punto de cumplir condena o en grupos de riesgo. Y los que se van con arresto domiciliario no quedan en libertad. Para Guillermo Nicora, director del área Cárceles y Alternativas a la Prisión del Inecip, la transformación de prisión a arresto domiciliario en algunos casos “es un alivio pequeño en la explosiva situación de sobrepoblación carcelaria”. Y “no tiene ninguna contraindicación que personas que ya estaban gozando de salidas transitorias cumplan la condena en sus casas”.
Nicora considera que esta medida debió tomarse hace muchos años “en función de la explosiva situación de las cárceles”.
6- Estar preso es como estar de vacaciones
En 2019 la provincia alcanzó el récord histórico de 50.500 detenidos, con una superpoblación en cárceles de 119 por ciento. En otras palabras: la mayoría de las cárceles están al doble de su capacidad. “La situación era dramática y explosiva mucho antes de la emergencia sanitaria”, dice Nicora.
Por la suspensión de las visitas, las personas privadas de libertad, “prácticamente no tienen asegurada la comida, excepto por los paquetes que les hacen llegar las familias”, agrega Nicora. Mariano Lanziano, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) detalló la situación: “no hay espacio suficiente para hacer necesidades fisiológicas, ni para dormir, ni para higienizarse, ni para recrearse, ni para educarse”.
“En estos cuatro años la tasa de encarcelamiento fue la más alta de la historia: se incorporaron 16 mil personas al sistema penitenciario”, contó a Cosecha Roja Sandra Raggio de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), cuando en diciembre unxs 10 mil presxs iniciaron huelga de hambre.
7- La solución es matarlos a todos
La Constitución Nacional dice que “las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas”. El objetivo de las cárceles es, en teoría, reinsertar a los presos en la libertad. “Nunca hubo la convicción ni la decisión política de invertir en soluciones de control mejores y más provisorias para el objetivo último de todo el sistema penal que es que las personas que cometieron delitos no vuelvan a cometer delitos”, dice Nicora. La reinserción de los presos en la sociedad, una vez que hayan cumplido su condena, es casi una utopía.
Detrás de la discusión sobre los presos y el coronavirus hay un debate más profundo: lo que una parte de la sociedad quiere, fogoneados por políticos y medios de comunicación, es que los torturen y los maten a todos. Todavía no se animan a decirlo (tan) claro.
Hay muchos mitos y algunas verdades. Acá te contamos algunos de ellos.
1- Están liberando a cualquier preso
El juez de Casación bonaerense Víctor Violini avaló un habeas corpus colectivo que otorga la prisión domiciliaria a unos 2300 presos mayores de 65 años con problemas de salud muy precisos, mujeres con hijos pequeños y embarazadas. Al comienzo de la pandemia, el Servicio Penitenciario Bonaerense había mensurado su población vulnerable al coronavirus: 644 detenidos de más de 65 años y casi 2.500 enfermos con diversas patologías. 233 de ellos con tuberculosis. Otros 476 detenidos y detenidas padecían HIV. 54 madres con chicos y 22 embarazadas.
El fallo tiene 29 páginas y cita jurisprudencia local y mundial y desató múltiples interpretaciones.
Algunas coherentes: el miedo a que los convictos vuelvan a delinquir. Otras disparatadas: desde operaciones políticas a campañas de odio y el miedo. La senadora de Juntos por el Cambio Felicitas Beccar Varela dijo, por ejemplo, que “los presos liberados son futuras patrullas que amenazan jueces y que los largan para tomar tu capital”.
La Cámara Federal de Casación había recomendado hace dos semanas otorgar la prisión domiciliaria a presos no violentos para prevenir la propagación del coronavirus entre la población carcelaria, bajo los “mecanismos de control y monitoreo que estimen corresponder”, y sólo para casos de “prisión preventiva por delitos de escasa lesividad o no violentos, o que no representen un riesgo procesal significativo”.
La Defensoría General de la Nación recomendó a sus funcionarios renovar o instar “la agilización de los pedidos de libertad o morigeración de la situación de encierro” de los acusados que se encuentran detenidos “en situaciones específicas”, como presos incluidos en el grupo de riesgo y detenidos con prisión preventiva por delitos leves o no violentos, o que no representen un riesgo procesal significativo o cuando la duración de la detención cautelar haya superado los plazos previstos por ley.
2- El gobierno quiere liberarlos a todos
#NoLiberenALosPresos y #AlbertoLiberaVioladores fueron algunas de las tendencias en las redes sociales durante todo el miércoles y acompañaron a los títulos catástrofes de los medios de comunicación.
El presidente Alberto Fernández aclaró su postura a media tarde en un hilo de twitter: “La Argentina, como todo el mundo, enfrenta una pandemia de enormes proporciones. El riesgo de contagio se potencia en los lugares de mucha concentración humana por lo que las cárceles se convierten en un ámbito propicio para la expansión de la enfermedad”, dijo y citó a organizaciones internacionales como la Organización de Naciones Unidas o la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que “han formulado recomendaciones para evitar que el hacinamiento en las cárceles ponga en riesgo la vida de los reclusos”.
“En Argentina la solución del problema está en manos de los tribunales. Son los jueces naturales quienes, de considerarlo necesario, disponen libertades. Las cámaras de casación han hecho muy oportunas recomendaciones para hacer frente al problema”.
3- Liberan violadores
Ayer el juez Violini publicó un tweet donde sintetiza la medida que tomó: “El Habeas corpus colectivo que resolví no permite el arresto domiciliario de: delitos cometidos con armas, delitos de violencia de género, delitos de abuso sexual o delitos cometidos con violencia”.
Lo cierto es que también se conocieron casos de violadores que fueron trasladados a prisión domiciliaria.
Como el de Pedro Olmos, detenido en una comisaría de Lomas de Zamora por violar a una adolescente de 13 años, quien regresó a su casa con una tobillera. Según los informes que recibió el juez, además de tener 67 años, Olmos está postrado e inmovilizado: padece osteoporosis e hipertensión.
Otro caso es el de Carlos Rodrigo Oulier, de 39 años, en El dorado, Misiones, acusado de violar a su propio hijo. Oulier es asmático y en la Unidad Penal de esa localidad no hay médicos capacitados para atender esa patología. Ahora cumple la condena en su casa, con una tobillera electrónica.
En Florencio Varela, el juez Diego Agüero resolvió no liberar a ningún detenido en causas por delitos sexuales, violencia de género o intrafamiliar aunque argumenten que son pacientes de riesgo de Covid 19.
Los casos son analizados uno por uno por los jueces competentes y debiera ser responsabilidad del Estado no sólo controlar el cumplimiento de la prisión domiciliaria, sino proteger y preservar a las víctimas y a sus familiares.
La ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizábeth Gómez Alcorta, dijo a Radio 10: “Hay una preocupación genuina de muchísimas mujeres sobre el tema porque nos enteramos de que hay casos (de femicidas y violadores) que han liberado, pero es una responsabilidad del Poder Judicial, del juez. No estamos de acuerdo con las liberaciones vinculadas a violencia sexual, es una preocupación grave que tenemos”.
“Las cárceles tienen superpoblación, es un caldo de cultivo del virus. Adelantando a lo que podía suceder, hicimos saber la preocupación por las posibles liberaciones de detenidos y la mayoría de los superiores tribunales respondieron que habían prorrogado las medidas en estos casos”, agregó.
En las redes sociales, el ataque fue directo a los movimientos feministas, como si hasta ahora el castigo punitivo hubiera sido la solución contra la violencia machista y los femicidios.
4- Los largan y se van a delinquir
Ayer los medios de comunicación pusieron en primera plana el caso de un preso que supuestamente había sido liberado en el contexto de la pandemia y que volvieron a capturar por robar un kiosco. “Primeros resultados del plan para liberar presos”, tituló uno de ellos. Pero la realidad es que el hombre no había sido excarcelado por Coronavirus, sino por su estado de salud mental.
El debate siempre giró en torno a la palabra liberación. Y, en realidad, el arresto domiciliario no es igual a liberación. “Antes de mandar a un privado de la libertad con pulsera electrónica, un equipo técnico traza un cuadrante de los metros que tiene la casa o la habitación donde cumplirá el encierro. Si la tobillera sale de ese cuadrante se activa el sistema y suena una alarma en el equipo de monitoreo, que llama a la persona. La persona tiene que atender en el momento el teléfono. Si no lo atiende, lo va a buscar la policía. Se le termina el beneficio”, dijo a Cosecha Roja Concepción Palumbo, que coordina las salidas especiales del Patronato de Liberados, dependiente del Ministerio de Justicia.
Hay tobilleras con y sin GPS, aunque la mayoría de las que se usan son de este último grupo, lo que permite una mayor vigilancia en los casos excepcionales. Por ejemplo, si una embarazada tiene que ir a parir, si una persona tiene un ataque de epilepsia continuo o cualquier otro caso de fuerza mayor para salir del cuadrante. “En esos casos tiene que avisar al equipo de monitoreo y esperar la autorización para que la vayan a buscar y la lleven”, dijo Palumbo.
5- Y también liberan a prófugos recapturados
“Recuperamos 10 mil prófugos en cuatro años de gestión y ahora los liberan a todos” dijo la ex ministra de Seguridad Patricia Bullrich. Esta frase puede partirse en dos, el final es falso: el habeas corpus de Violini comprende a 2300 presos mayores de 65 años. Y el principio -“recuperamos 10 mil prófugos”- está basado en un informe elaborado por su gestión. Allí habla de la recaptura de “10.699 criminales” entre 2016 y 2019 sin aclarar cuando evadieron la justicia. Tampoco si eran mayores de 65 o grupo de riesgo porque, claro, no se conocía aún el coronavirus.
Como se dijo, entre los excarcelados no hay prófugos, sino detenidos por delitos no violentos, personas a punto de cumplir condena o en grupos de riesgo. Y los que se van con arresto domiciliario no quedan en libertad. Para Guillermo Nicora, director del área Cárceles y Alternativas a la Prisión del Inecip, la transformación de prisión a arresto domiciliario en algunos casos “es un alivio pequeño en la explosiva situación de sobrepoblación carcelaria”. Y “no tiene ninguna contraindicación que personas que ya estaban gozando de salidas transitorias cumplan la condena en sus casas”.
Nicora considera que esta medida debió tomarse hace muchos años “en función de la explosiva situación de las cárceles”.
6- Estar preso es como estar de vacaciones
En 2019 la provincia alcanzó el récord histórico de 50.500 detenidos, con una superpoblación en cárceles de 119 por ciento. En otras palabras: la mayoría de las cárceles están al doble de su capacidad. “La situación era dramática y explosiva mucho antes de la emergencia sanitaria”, dice Nicora.
Por la suspensión de las visitas, las personas privadas de libertad, “prácticamente no tienen asegurada la comida, excepto por los paquetes que les hacen llegar las familias”, agrega Nicora. Mariano Lanziano, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) detalló la situación: “no hay espacio suficiente para hacer necesidades fisiológicas, ni para dormir, ni para higienizarse, ni para recrearse, ni para educarse”.
“En estos cuatro años la tasa de encarcelamiento fue la más alta de la historia: se incorporaron 16 mil personas al sistema penitenciario”, contó a Cosecha Roja Sandra Raggio de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), cuando en diciembre unxs 10 mil presxs iniciaron huelga de hambre.
7- La solución es matarlos a todos
La Constitución Nacional dice que “las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas”. El objetivo de las cárceles es, en teoría, reinsertar a los presos en la libertad. “Nunca hubo la convicción ni la decisión política de invertir en soluciones de control mejores y más provisorias para el objetivo último de todo el sistema penal que es que las personas que cometieron delitos no vuelvan a cometer delitos”, dice Nicora. La reinserción de los presos en la sociedad, una vez que hayan cumplido su condena, es casi una utopía.
Detrás de la discusión sobre los presos y el coronavirus hay un debate más profundo: lo que una parte de la sociedad quiere, fogoneados por políticos y medios de comunicación, es que los torturen y los maten a todos. Todavía no se animan a decirlo (tan) claro.
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