O la cabeza de la lombriz
Hoy unas pocas vallas, unos pocos policías… y el tránsito en el
departamento prisión ha sido restablecido, dice Alfredo Grande. Eso no es tan
importante como la gente que es asesinada por el frío o los jubilados a los que
se encierra en una jaula para que deambulen. Hay muchos que pretenden un campo
popular cuasi hemipléjico.
Por Alfredo Grande
(APe).- Cuando escribí la primera parte de
este texto intenté armonizar dos conceptos: la lucha de
clases y el campo popular. Hoy son campos conceptuales y por ende políticos,
enfrentados. Al menos para mí, eso es la cabeza de la lombriz. La cabeza de la
serpiente la vemos por TV siempre con el agravante de que son demasiadas
cabezas. Por lo tanto, las derechas tienen varias a su favor. La concentración
del gran capital es una. Pero no la única. Además, no sé si es solamente causa,
sino quizá sea una consecuencia. ¿Consecuencia de qué? Del mareo de la cabeza de
la lombriz.
Hoy unas pocas vallas, unos
pocos policías… y el tránsito en el departamento prisión ha sido restablecido.
¿Eso es importante? No tanto como la gente que es asesinada usando el recurso
cobarde del frío, los jubilados y jubiladas a los que se encierra en una jaula
para que deambulen, niñas y niños en completa intemperie (habitacional, de
pasado, presente y futuro, alimentaria).
Hay muchos y muchas que
pretenden un campo popular cuasi hemipléjico. Y no solamente del oficialismo.
Del movimiento del campo popular
a la lucha de clases puede haber una distancia pequeña, demasiado pequeña. Y la
lucha contra el progresismo no es solamente la del presidente. Y eso es también
parte de la cabeza de la lombriz.
La Che Cristina es una expresión
de deseos. Una vez dije y obviamente, fui objeto de burla, que tenemos que
construir un peronismo no macartista y una izquierda no gorila.
Lo de la burla es lo de menos. Creo que es la última carta que queda en
la baraja. Las derechas bien lo saben.
Alguna vez mi afirmación burlada
fue posible. Se habló y se luchó por la Patria Socialista. Y eso implicó un
peronismo no macartista y una izquierda no gorila. Pero como nos enseñó “el
gordo” Soriano, habrá más penas y olvido. En realidad, Soriano tituló su
magistral novela como “no habrá más penas y olvidos”. Otra expresión de
deseos. Pero todo deseo es político. Y parafraseando a Clemenceau, la
política es demasiado importante para dejarla a los políticos.
Quizá el pueblo unido pueda ser
vencido. Pero no fracasará. Inventará nuevas profecías y quizá, nuevos
deseos. A uno de los míos resolví escribirlo y titularlo. El resultado
es La Che Cristina. Quizá no tenga que ver ni con Cristina
ni con el Che. Tiene que ver conmigo.
Y hoy poner en idea y en acto lo que tiene que ver con nosotros quizá
sea una de las formas de que la cabeza de la lombriz siga creciendo.
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