Revolución es hacer cada día de nuestro pequeño espacio, un lugar digno de habitar
"La Maldita Máquina de Matar" Pinchevsky/ Medina

martes, octubre 11, 2011

Un chimentito mediático.




Aconteció que cierta vez, a mediados de la década de los '90, cierto personaje famoso fue pillado in fraganti en pleno acto sexual en el interior de su poderoso automóvil alemán en compañía de delicado y afamado travesti, por una patrulla que hacía su habitual recorrida por panamericana en la zona de Pacheco.
Al ver el auto detenido en una zona oscura de la colectora, los uniformados se aproximaron para cumplimentar el protocolo que la fuerza exige en casos como aquel. Uno de los agentes se acercó y mayúscula fue su sorpresa al reconocer el rostro del famoso que se asomó tímidamente por la ventanilla baja, pálido de miedo; y el de su compañera, una reconocida travesti que brillaba en las marquesinas porteñas.
Famoso y policía permanecieron mudos unos instantes sin saber qué hacer. A todo eso y, suponiendo que algo andaba mal, el segundo policía se acercó, linterna en mano, para tener una visión más clara de las cosas. Y también quedó boquiabierto al identificarlos. Le costaba creer lo que veían sus ojos. “se me cayó un ídolo” dicen que dijo en rueda de amigos.
“Disculpe agente… estábamos conversando…” Se apresuró en aclarar el famoso mientras se acomodaba las vestimentas “Sí, ya veo. Está bien señor. Puede retirarse…” respondió el oficial tratando de desligarse del compromiso de tener que arrestar a dos figuras reconocidas. “¿Podríamos arreglarlo de algún modo? “No hace falta. Acá no pasó nada, puede irse.” “Parece que no nos entendemos”, insistió el famoso. “Quiero hablar con su superior. Así que si es tan amable me gustaría que nos guíe hasta la comisaría.”
De más está decir que ninguno de los dos policías entendieron la razón de su insistencia. Pero temerosos de recibir alguna sanción obedecieron.
Lo concreto fue que, efectivamente, el famoso personaje consiguió su objetivo, hablar con el comisario y, luego de dejar en claro que aquellos $20.000, que tan generosamente puso sobre la mesa, no debían tomarse como una coima o soborno, sino como una donación. Un aporte para la seccional; se retiró con la certeza de que aquel desliz no trascendería más allá del hecho. Y así fue… Tanto su buen nombre y honor como el de su “bella” acompañante no fueron bastardeados y el continuó acumulando fama, dinero y poder.


Este relato llegó a mis oídos de boca de un compañero de trabajo en el estudio fotográfico de Gaby Herbstein. Según él, quién se lo había comentado fue su amigo, oficial de la policía, que vivió de cerca el suceso.
Hace un par de meses nomás, encontrándome en Córdoba, alguien volvió a insinuar los gustos sexuales del famoso en cuestión… “Preguntá, si acá en Córdoba todo el ambiente gay lo sabe…”
Y sería lo de menos. Cada uno es dueño de hacer de su culo un pito, como diría mi abuela. Lo jodido de todo es la compra de silencio con dinero para tapar algo que es vox populi en el mundo gay.
Tal vez suene a buchoneada tardía pero no soporto la doble moral de aquellos que pretenden vendernos harina con gorgojos desde la pantalla.

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