Revolución es hacer cada día de nuestro pequeño espacio, un lugar digno de habitar
"La Maldita Máquina de Matar" Pinchevsky/ Medina

sábado, noviembre 05, 2011

Novela "Una rosa para Junior" - (19) -


Quinta presidencial de Olivos, marzo de 1995.

    Era una luminosa mañana. El presidente desayunaba junto a la piscina de aguas claras en compañía de sus dos hijos. Como cada domingo, desde que se aventaran los roces familiares.
     Se lo veía de buen ánimo compartiendo el escaso tiempo que las funciones gubernamentales le permitían. La mesa, servida a gusto compartido, consistía en café con leche, medialunas recién horneadas, tostadas, dulce de frambuesas, manteca y jugo de naranjas, era la excusa convocante.
     Cada uno a su manera tratando de aprovechar al máximo ese ínfimo período arrebatado a la absorbente actividad pública en donde estaba absolutamente prohibido hablar de política. Era un pacto implícito existente entre ellos. Ni su hija ni su hijo veían con buenos ojos el artero mundo de los políticos. Y mientras la niña prefería hablar de desfiles, modas y espectáculos; Junior, más sumiso, prefería hacerlo sobre motores y competencias. De esa forma podían pasar todo el día enfrascados en los temas que más le fascinaban. El mandatario se sintió sorprendido cuando su hijo, aprovechando que su hermana se había alejado para ocuparse del infaltable mate, lo abordara con ese tipo de preguntas.
-         ¿Viejo?... ¿Tenés alguna información sobre un posible tercer atentado? – preguntó Junior luego de varios intentos en los que vio frustrada la intención por intromisiones de su hermana.
-         ¿Por qué estás tan interesado en saberlo? Me sorprende que me lo preguntes… justo vos… - respondió su padre extrañado.
-         El hecho de odiar la política no significa que ande por las calles ciegas y sordas. La otra noche me llegó un rumor. Un conocido me aconsejó que te lo comentara…
-         ¿Quién?
-         Lo lamento, no puedo decírtelo. Secreto de estado. – dijo el joven preservando la identidad de su amigo tal como él se lo pidiera. – Es alguien que camina la noche. Y vos sabés que la noche cuenta historias que no se pueden contar a la luz del día… Son historias con mucho de verdad y mucho de fantasía. Pero a las que hay que respetar porque cuando el río suena…
-         Mirá, querido. Hay asuntos que no puedo andar ventilando por más que seas mi hijo. Se está trabajando. Hay investigaciones serias. Es todo lo que puedo decirte. Después de lo de la AMIA la seguridad se ha incrementado. He dado órdenes precisas a las fuerzas de seguridad de extremar los controles en las fronteras y en los aeropuertos de todo el país. Trabajamos en común con la CIA, el Mossad, Interpol… no dejamos nada librado al azar. Más no se puede hacer. Es cierto que los americanos han alertado sobre posibles atentados en distintas partes del mundo, y tampoco se descarta que ocurra un tercero aquí. Nosotros tampoco, pero quedate tranquilo; estamos preparados para desbaratar cualquier intento.
-         Te creo. – dijo el joven encogiéndose de hombros.- Lo de la mutual judía fue tremendo. Por las dudas transmitile mi inquietud a Interior. Si nos dejamos guiar por los comentarios del tipo, los monos ya están metidos acá – recalcó Junior mientras se incorporaba para ayudar a su hermana que retornaba con el mate listo.
-         Mañana a primera hora voy a convocar al ministro y a sus colaboradores más directos, al jefe de inteligencia y al jefe de policía, a ver que se puede sacar en limpio de todo esto. Tené confianza en que vamos a agotar todas las instancias. Aunque tengamos absolutamente controlada cualquier anormalidad que pudiese llegar a ocurrir te pido que me creas lo que te estoy diciendo. Vigilamos las embajadas, los grupos extremistas, a los nazis y los pasos fronterizos… al menos eso es lo que dicen los informes… - agregó su padre con la mirada puesta en uno de los suplementos dominicales en los que lucía rodeado de empresarios y economistas. – lo demás está en manos de Dios. Fijate, sino, en las bombas que le metieron a los yanquis, a los ingleses, a los franceses… ¡Ni hablar de los atentados en Israel¡ A ellos no se les puede acusar como lo han hecho con nosotros de poco precavidos!...
-         ¡Bueno, se acabó la política en esta casa! ¡Si no se van a tener que ir a tomar mate a otro lado! – sentenció su hija abalanzándose sobre el regazo de su padre para colmarlo de besos.

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